La familia que vive bajo el volcán en erupción pero no tiene miedo: «Es un espectáculo fascinante»
María Rosa y Florián viven en una casa en la carretera que une Tajuya con El Paraíso
Sigue en directo la erupción del volcán de La Palma
Cómo se llama el volcán de la isla de La Palma
María Rosa y Florián viven en una casa en la carretera que une Tajuya con El Paraíso, una vía poco transitada donde disfrutan de una vida tranquila la mayor parte del año . Ahora su vivienda es la única a los pies del volcán, no corre peligro, la lava ha tomado otro camino , pero llevan días con el espectáculo en primera línea desde su azotea.
Ella asegura que ya no tiene miedo, «una vez ves la erupción, se te pasa el susto», porque ya puede ver a donde se dirige la lava y «es diferente, la incertidumbre de no saber por dónde va a explotar y los temblores son lo peor». Este es el tercer volcán que vive , tras la erupción de Teneguía en 1.971 y el de San Juan en 1.949 que «viví de niña, apenas tenía un año, pero mis abuelos me llevaron».
María Rosa entra en su casa segura y confiada, con una pequeña maleta en una mano y una botella de leche fresca en la otra. Conoce de cerca lo que es una erupción, el Teneguía también sacó toda su fuerza en Cumbre Vieja. «Pero ese fue diferente, explotó y salió la lava, ladera abajo, sobre otra colada». Volcán sobre volcán, la lengua de magma cayó sobre colada antigua y eso salvó casas y propiedades, con un espectáculo «bonito de ver» porque no tuvo grandes daños materiales. «Este no, este está loco», dice, «ha cogido el Camino del Pastelero y se lo ha llevado todo por delante» y en esa zona «hay muchas casas y edificaciones, es terrible», lamenta.
Mira hacia la boca del volcán, iluminada en la noche como una gran antorcha y confiesa «a mí cuando suelta toda esa lava me encanta verlo… es impresionante ». Se corrige enseguida, «si pudiéramos abstraernos del daño que está haciendo, entonces sí, qué bonito sería».
En la erupción de Teneguía «lo viví con emoción, estaba estudiando fuera y vine solo para verlo», pero ahora «estoy destrozada, se lo ha comido todo ladera abajo». «Quedábamos y pasábamos las noches en grupos viéndolo», y mientras lo dice se le enciende la cara de nostalgia. Pero ahora, mira hacia arriba y se le cambia el semblante, está siendo destructivo.
No frena ante nada, la gran lengua de fuego avanza sin freno encuentre lo que encuentre. «Mis vecinos, con las casas enterradas, se las ha engullido la lava». Cuando lo piensa se lleva las manos a la cara , con pena sincera y preocupación evidente. Las Manchas es una zona de personas trabajadoras, humildes, que donde antes tenían una casita ahora solo tienen malpaís.
Su marido Florián la mira y asiente, «si pudiéramos olvidar todo el dolor que está produciendo sería un espectáculo fascinante» . Él se vino a La Palma por amor, hace años, y este es su primer volcán. Están tan cerca que parece increíble, «la policía sabe que estamos aquí», afirman con seguridad. En el caso de que una nueva boca amenace su vivienda, «tendremos que marcharnos».
Noticias relacionadas