La brigada del Ejército de Tierra con base en Canarias tiene unidades por primera vez en un despliegue en Irak, en este caso como parte de la coalición internacional que adiestra a las Fueras Armadas de ese país a petición del Gobierno de Bagdad.
La Canarias XVI tiene un largo historial en misiones de paz, que arranca a finales de los noventa en Bosnia-Herzegovina y Kosovo (Unprofor, de la ONU, y Sfor y Kfor, de la OTAN), sigue en cuatro rotaciones en Afganistán (Aspfor, de la OTAN) y más recientemente se prolonga en Mali (EUTM, de la UE) y Líbano (Unifil, de la ONU). Su cometido es entrenar a las unidades del Ejército iraquí que siguen combatiendo contra el grupo yihadista Daesh, en una guerra que el Gobierno de Bagdad ha dado por terminada, pero en la que se siguen produciendo ataques de la insurgencia.
Para adaptarse a su nueva función, los 350 militares se han desplazado desde Canarias en mayo a Irak con apoyo del batallón de helicópteros Bhelma VI, también radicado en las islas. «Para nosotros supone un reto, otro más. Este regimiento se ha desplegado ya en otros países, en misiones muy exigentes donde lo hemos hecho muy bien. A veces nos ha costado la vida de algunos de nuestros soldados, pero estamos preparados para este reto», ha asegurado el coronel Waldo Barreto, jefe del Soria 9.
En Mali, el regimiento Canarias 50 aporta 150 militares a la nueva rotación española en Mali, la más numerosa, con diferencia, de la misión europea EUTM. En su caso, están fundamentalmente en la base de Koulikoro, a 60 km de Bamako, con el mismo cometido de entrenar al Ejército local para que pueda afrontar el desafío que suponen los grupos yihadistas que operan en la franja del Sahel.
El jefe del contingente, el teniente coronel Juan Carlos Fernández, ha apuntado que ese incidente se ha tenido muy en cuenta al preparar la misión, pero ha servido para acentuar el reconocimiento de los militares malienses hacia los soldados españoles. Entre otras cosas, apunta, porque en la base que los terroristas quisieron volar en Koulikoro los militares malienses viven con sus familias.