Desinformación por tierra, mar y aire

Se ha jugado con los sentimientos de los familiares y los compañeros del regimiento

Gustavo Reneses

En estos días grises de octubre, los atolondramientos por la próxima cita electoral comienzan a notarse entre el respetable por la notable concatenación de dislates, léase cagadas, que tendrían su gracia si no fuera porque el asunto no tiene ni puñetera gracia.

Desgraciadamente, la base grancanaria de Gando ha vuelto a ser el centro de atención de la actualidad informativa nacional de los últimas jornadas tras conocerse la desaparición de los tres militares españoles que regresaban de unas operaciones en Senegal a bordo de un Superpuma AS332.

En el momento de la redacción de esta columna, la marina española ha localizado la cabina del helicóptero sumergida pero debido al mal tiempo no se ha podido izar la misma, ignorándose si contiene cuerpos en su interior.

Reconociendo la dificultad de la situación, durante la última semana hemos asistido atónitos a un bochornoso reguero de desinformación oficial que golpe de gula por los rápidos titulares de las redes sociales y sin despeinarse —ni contrastar la información— tanto han felicitado a la Gendarmería marroquí y a un supuesto pesquero por el rescate de los supervivientes, como han pasado a la hipótesis de un secuestro, para luego a la total desaparición y optar por un bochornoso silencio disfrazado de cautela.

Los héroes que trabajan a diario en el SAR o en cualquiera de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado no merecen la tropa que a veces encabezan sus respectivos ministerios. Muchos de los que llevan corbata y americana ignoran las palabras lealtad, compañerismo o el sentido del deber y disfrazan cualquier ocasión con la coletilla “está todo controlado”. Vienen a la memoria los días aciagos del YAK-42D en Turquía y el abandono a la suerte de las tropas por parte de sus mandos.

El cortoplacismo de la política en minúscula, ese mismo que a base de calcular el interés monetario de cada escaño ha emponzoñado la vida de nuestra sociedad, ha sido el causante del hastío de la ciudadanía por la verdadera política y el proyecto de convivencia común.

El fanatismo por unas siglas ha enmudecido a la crítica racional. El egoísmo ha empequeñecido el valor de las administraciones públicas disipando la fuerza de la colectividad a cambio de una estabilidad basada en el apesebramiento social vía Gran Hermano, diarios deportivos o drogas legales.

Esa miopía es la misma que anhela colgarse medallas a la menor ocasión, aunque en el camino queden al descubierto las miserias humanas más flagrantes.

En este caso da igual todo, las siglas políticas, que Marruecos diese información equivocada en un primero momento o que hubiese mal tiempo. Se ha jugado con los sentimientos de los familiares y los compañeros del regimiento. Sólo por dignidad humana merece la pena aparcar la política de whatssap para centrarse en resolver la crisis con altura de miras.

Buenos días, y por si no volvemos a vernos: Buenos días, buenas tardes y buenas noches.

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