Cruces, fuegos y flores en las Fiestas de Mayo de Los Realejos

La Calle del Sol y la Calle del Medio trabajan durante todo un año para inundar el cielo con su espectáculo

El espectáculo pirotécnico del municipio norteño ABC

Javier Lima Estévez

Con la llegada del mes de mayo se realizan innumerables actos a lo largo de la geografía canaria en honor a la Cruz. Se trata de un hecho que, en palabras del profesor universitario, Manuel Hernández González, responde a una simbiosis en la que “se integran en un mismo culto el árbol y la Cruz. Como la fiesta delata, no se celebra en honor de Cristo crucificado sino en homenaje a la Cruz”.

El municipio tinerfeño de Los Realejos destaca a lo largo de ese mes, desarrollando y uniendo a su amplio catálogo de fiestas todo un conjunto de celebraciones en relación a la festividad de la Cruz. Mayo, para los realejeros, es un mes con un significado muy especial.

Una muestra de ello se puede observar ante el enrame de las cruces que se realiza en múltiples rincones del municipio, destacando el núcleo de La Cruz Santa, donde los vecinos inundan de una amplia variedad de colores las diversas cruces presentes en el exterior e interior de las viviendas, generando la admiración de todos aquellos que contemplan los delicados y artísticos enrames.

La atención el día 3 de mayo se sitúa en dos calles de Los Realejos: Calle del Sol y Calle del Medio. Ambas calles, trabajan durante prácticamente todo un año para ofrecer e inundar el cielo de un espectáculo pirotécnico único por su belleza y grandiosidad. Dos calles enfrentadas por un pique pirotécnico cuyo origen se remonta al siglo XVII. Mediante la quema de pólvora se revitaliza la esencia que el poeta Pedro García Cabrera recordara entre sus poemas respecto al núcleo realejero, al citar que los fogueteros del lugar hacen de la noche mirlos con trinos de fuego. Un espectáculo anual efímero y de gran belleza que, tras su final, genera toda una serie de comentarios. La novedad pirotécnica, la calidad de los fuegos, la visibilidad de los mismos, entre otros detalles, terminará por dictaminar una valoración ante una de las exhibiciones pirotécnicas más importantes de España. El antropólogo de la Universidad de La Laguna, Alberto Galván Tudela, observa en tal fenómeno un verdadero «potlatch», en el que vecinos y personas de otros lugares se acercan para disfrutar de esa noche, preguntándose al respecto: “¿Cómo juzgar la destrucción de varios millones y muchos meses de trabajo en una noche? ¿Un despilfarro, un derroche sin sentido? Quizás para la gente de afuera lo sea. Pero a través de esto se identifica y cohesiona un pueblo frente al exterior”.

Un pueblo que se engrandece al preservar una histórica tradición de características únicas que, cada año, rinde un tributo a la Cruz a través de la belleza de las flores y la magia de los fuegos artificiales.

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