Cortesía británica a su llegada
Hubo problemas de protocolo con aquella visita. Primo de Rivera creía que pondría a una primera priedra de la empresa de energía, también de capital inglés y tecnología alemana . Pero era inaugurarla. Esa obra se prefinanció con capital privado a fin dar servicio a la industria que estaba florenciendo en las islas. Porque el mercado interior apenas era rentable.
En aquella época el 90% del capital del Estado en Canarias se destinaba a puertos en Las Palmas y Santa Cruz de Tenerife. El Estado invertía en puertos y los operadores internacionales creaban las infraestructuras para abastecer buques. De ahí, las fábricas.
Ese panorama británico en medio de una economía española tiene su origen en la facilidad que existía en el archipiélago para hacer negocios. En las islas Canarias hubo entre 1820 y 1850 una crisis estructural de la economía por la ruina del negocio del vino y de la cochinilla. Las clases pudientes comenzaron a buscar respuestas a esta crisis estructural en el Reino Unido y norte de Europa.
El capital británico controlaba todos los sectores estratégicos y Canarias era un «tercer país» a efectos aduaneros dentro España
La crisis generó un aumento los impuestos en Canarias de un 300% entre 1820 y 1823. Esto generó manifestaciones contra la recaudación de tributaria que se agudizó las reformas de 1840 . Buena parte de los generales de Bolívar en Venezuela en 1823 eran canarios, donde el 25% de la población era de origen insular. Y uno de cada seis campesinos canarios tenía en su casa fusil.
La burguesia local, a fin de frenar cualquier discurso separatista, apuesta por el librecambismo y lo pacta con Madrid. Se establecen puertos francos de impuestos a mercancías y genera la eliminación del monopolio del tabaco. Con ello, la economía canaria avanza y moderniza. Se acelera la llegada de capital extranjero y de remesas de capital procedente de emigración. El 65% de las inversiones procedían de Cuba y Venezuela.
Ingleses
La presencia de Primo de Rivera a Canarias tenía un valor extraordinario tras el aumento del desarrollo urbano y agrario. Primo de Rivera firmó un año antes, en 1927,la división de la provincia de Canarias en dos: la de Santa Cruz de Tenerife y la de Las Palmas.
Tras buscar tiempo en su agenda, Primo de Rivera visitó un territorio que, a efectos aduaneros , era un «tercer país», como ocurre acualmente. Los canarios se volcaron en actos de agradecimiento ante un mandatario que había sido sensible a sus necesidades y aspiraciones. En Las Palmasa, se organizó bailes en el Club Náutico y Hotel Santa Catalina, de control y gestión británica.
Cuando Primo de Rivera llegó al hotel se quedó con el detalle de ser un hotel inglés. Y así, cada vez que daba un paso, había influencia británica . También se da cuenta que la empresa de autobuses local se llama Las Palmas Wagon Company.
Todos los sectores estratégicos de la economía canaria estban en manos británicas, belgas, francesas y alemanas. «Solo dos pesares tengo al partir: uno, no haber venido antes; otro, haber estado tan poco tiempo», dijo al marcharse Primo de Rivera. De Canarias, afirmaba que «estas provincias que no ceden a ningunas otras en españolismo sincero , ni en virtudes ciudadanas y que por ello merecen toda la atención del Gobierno, ejérzalo quien lo ejerza».
Capitales
En las islas comenzó a llegar el petróleo desde 1916 con Shell. Desde 1920 se instalan en las islas Texaco, BP o Exxon. Fue por los buques porque parque móvil apenas existía. Eso desarrolló la energía del archipiélago. La refinería se creó en Tenerife en 1929 para abastecer a buques de combustible y abastecer a Europa. A Canarias llegó también Unelco (Union Electric Company) desde Chicago. Desde los puertos de Las Palmas y Santa Cruz de Tenerife se manejaba energía y cereales . Surgen así industrias agroalimentarias y tabaco para el mercado internacional por la baja fiscalidad.
En su viaje de 1928 Primo de Rivera observó que el plátano y el tomate también estaban en manos británicas y que muchos canarios viajaban más a Londres que a Madrid. Así y todo, no rechazó bailar con algunas damas inglesas en el Hotel Santa Catalina, para enfado de la escritora canaria Josefina de la Torre, que fue presentada como musa de aquella ilustre velada.
El general tomó nota de la excesiva «britanización» de la sociedad canaria y se esmeró en dar ejemplo del cariño de su Gobierno a las islas, dedicando esos a inauguraciones y visitas a obras «menores» impulsadas por su gabinete. En una de esas veladas alguien le recordó al gobernante las palabra del alcalde de Las Palmas, José Hurtado de Mendoza, que decían: «El Ayuntamiento de Las Palmas daría todas las facilidades del mundo a los ingleses , que para algo han sacado al Archipiélago de su atraso y modorra, introduciendo el teléfono, la línea de guaguas y el sistema hidráulico para el abastecimiento de Las Palmas».
Primo de Rivera se trasladó a Gando para conocer el proyecto del aeródromo de Gando, en Telde, que se convertiría en el primer aeropuerto de Canarias. En 1929, un año después, comenzó la crisis financiera y comenzó a percibirse en el archipiélago una profunda división institucional basado en el enfrentamiento de las clases dominantes de Las Palmas y Santa Cruz de Tenerife.