Gustavo Reneses - Babilonia en guagua

Bailes de magos

Esta generación nuestra ha mamado a partes iguales folías y reggaeton

Gustavo Reneses

En estos días azules de final abril con las romerías, bailes de magos , paseos romeros y exaltaciones patrióticas de “lo nuestro” tocando a las puertas, se suceden una serie de situaciones que es preferible tirar de manual para no ir de moderno a la comunión con la tradición.

Esta generación nuestra (la más preparada de la historia, según algunos) que ha mamado a partes iguales folías y reggaeton , marca su impronta con un saber estar que chirría con la esencia de estas celebraciones agroganaderas.

Vestirse correctamente es uno de los primeros pasos antes de echarse a la calle. Los menos tiran de manual y crónicas para hacerse con un traje que cumpla con los parámetros de “tradicionalidad”. Eso requiere de tiempo y paciencia, o de una legión de familiares que por un módico bocadillo de mortadela se pasen meses dándole a la aguja. Los más se uniforman con los que creemos son los trajes típicos “de toda la vida”, y no son más que una interpretación del regionalismo bordado con la rígida mano de la Sección Femenina.

Pero lo que está marcando tendencia es el hípster y la nueva ola. Vaqueros negros apretados, camiseta del smoking de fin de año (se han visto incluso con ademanes setenteros), fajín rojo o en su defecto una boa de dos carnavales atrás, gorra de béisbol con la visera para detrás y calzado variopinto.

Antes del bel canto, toca compartir los frutos de la tierra con el vecino. Como el éxodo rural hizo estragos en los 70 y la crisis económica desde 2008, la segunda generación de canarios urbanitas apostamos por un menú tradicional low cost que pasa inexorablemente por huevos duros y papas arrugadas con una libre interpretación del mojo. El gofio en pella y amasado una semana antes en casa de la abuela. El vino o ron, por supuesto peleón y de segundas marcas compradas en el super. Cuentan por ahí que se ha llegado a ver más Ribera del Duero que denominaciones nuestras. Otra cosa es el etiquetado, que aguanta lo que le echen.

Más bebidos que alimentados, se desempolvan guitarras, timples y bandurrias para ultrajar versos tradicionales . Folías, isas, seguidillas y saltonas se mezclan tontamente con estrofas de algún bolero, son cubano o bachata, para acabar rapeando “Paquito el Chocolatero”.

En la disciplina de bailes y danzas canarias, se empieza con el alegre corro de la isa aunque sea para acompañar a una malagueña, para acabar a altas horas de la madrugada con una nueva modalidad de twerking entre enaguas y polainas de lana. Y eso pica.

En fin, como nos decían hace décadas a los cuarentones de hoy antes de salir de fiesta: ¡con fundamento! Y pásenlo bien.

Buenos días, y por si no volvemos a vernos: Buenos días, buenas tardes y buenas noches.

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