Perdiendo la noción del tiempo

Una de las mayores dificultades del juicio del caso Nóos está siendo intentar concretar cuándo se produjeron determinadas actuaciones

El notario barcelonés Carlos Masià Martí durante su declaración la pasada semana en la décimo novena jornada del juicio

JOSEP MARIA AGUILÓ

Una de las pocas certezas que nos ha dejado el juicio del caso Nóos hasta ahora es que la mayor parte de los testigos no recuerdan cuándo fueron contratados ni tampoco el tiempo exacto que permanecieron vinculados a una determinada empresa del grupo. Algunos testigos suelen equivocarse de mes, otros de año, unos pocos de década y este lunes incluso ha habido uno que se ha equivocado de siglo. Por fortuna, el fiscal Anticorrupción, Pedro Horrach , le ha hecho ver muy sutilmente a dicho testigo que era imposible que hubiera trabajado en Nóos a mediados de los años noventa, por varias razones, siendo quizás la principal de ellas que hace veinte años Nóos aún no existía.

Por no acordarse, algunos testigos no sólo no están seguros de con qué compañeros trabajaron, sino que ni siquiera se acuerdan de si conocían o no a Diego Torres o a Iñaki Urdangarín . Con permiso del gran Josep Pla , podríamos decir que en Nóos al parecer no había amigos en sentido estricto, sino sólo conocidos o saludados.

Puede resultar quizás un poco sorprendente esa mala memoria en algunas de las personas que están declarando en esta vista oral, pero a lo mejor no lo es tanto si pensamos que muchas de ellas apenas estuvieron unos pocos meses en el Instituto Nóos o que su experiencia no fue de esas que pasado un tiempo uno acaba recordando luego con un cierto cariño. Uno de los ejemplos más claros lo tuvimos el pasado viernes, cuando una testigo dijo que sólo trabajó tres días en Nóos y que desde el primer momento únicamente pensaba ya en salir de allí. ¿El motivo? Según su testimonio, los empleados « no hablaban, parecían robots, vestían todos de la misma manera y no te decían ni buenos días ni nada». Lo sorprendente en este caso fue que, a pesar de ello, esta persona consiguiera aguantar nada menos que tres días encerrada en un espacio así.

Una cierta desubicación espacio-temporal se está dando también a veces, aunque a una escala algo más reducida, en el desarrollo del juicio mismo

Si ya suele resultar bastante complicado que consigamos acordarnos de lo que hicimos en algún momento concreto de nuestra vida, imaginémonos lo difícil que ha de resultar intentar acordarse de lo que uno no ha hecho. Eso es lo que se les pide estos días a las personas que hace años fueron contratadas de manera ficticia por alguna de las empresas del entramado de Nóos . La mayoría de ellas son ahora incapaces de decir con exactitud qué sociedad o sociedades les contrataron o con qué categoría laboral fueron inscritas finalmente. De lo único que han conseguido acordarse es de que percibían 60 euros al mes, suponemos que porque no debe de ser fácil olvidarse de una nómina así.

Una cierta desubicación espacio-temporal se está dando también a veces, aunque a una escala algo más reducida, en el desarrollo del juicio mismo. Este mismo lunes, por ejemplo, uno de los testigos ha saludado al abogado de Diego Torres , Manuel González Peeters , con un «buenos días», que ha sido contestado con un «será buenas tardes» por parte del letrado de la defensa. Si ni siquiera ha sido posible ponerse de acuerdo sobre el instante concreto en que hoy se ha producido un saludo, imagínense lo que ha de ser intentar ponerse de acuerdo sobre cosas que pasaron —o no pasaron— hace ya algo más de diez años.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación