Economía
Teruel, el milagro laboral de la España vaciada
Esta ciudad, situada en medio del desierto demográfico, ha creado 3.000 empleos en cinco años, gana habitantes y su cifra de ocupados crece a más ritmo que en Zaragoza capital y que en el conjunto de Aragón
Capital de una de las provincias más despobladas y envejecidas de España, Teruel lleva años plantando cara a ese lastre hasta el punto de haberse convertido en una locomotora del empleo en Aragón . Es el particular «milagro laboral» que ha llevado a esta ciudad a superar incluso a Zaragoza en generación de empleo durante los últimos años y a ganar población en medio de la España vaciada.
En 2014, Teruel capital se enfrentaba a un escenario económico complicado. Había sufrido de lleno el zarpazo de la crisis, que había agravado el delicado panorama demográfico de esta provincia. En seis años, de la primavera de 2008 a la primavera de 2014, la capital turolense perdió más de 2.600 puestos de trabajo, pero los ha compensado de sobras desde entonces. De hecho, ha sido una de las ciudades aragonesas más precoces en aprovechar la recuperación: en los cinco últimos años –desde abril de 2014- ha creado 3.121 puestos de trabajo .
Eso es lo que ha permitido que la capital turolense, hoy por hoy, tenga más ocupados de los que tenía justo antes de que estallara la crisis, hace once años. Es algo que no puede decir Aragón en su conjunto –que aún no ha recuperado todo el empleo que perdió durante la recesión-, y tampoco lo ha conseguido Zaragoza capital, la urbe que concentra a casi la mitad de la población aragonesa y que es la que más influye en la economía regional.
En cifras netas, la ciudad de Teruel tiene ahora medio millar de ocupados más que antes de que estallara la crisis, mientras que la capital aragonesa tiene 10.400 menos que entonces. Dicho de otra forma: la capital turolense tiene un 2,36% más empleo que hace once años, mientras que la capital Zaragoza cuenta con un 3,44% menos.
Que la ciudad de Teruel sobresalga en creación de empleo es especialmente relevante teniendo en cuenta las limitaciones que suma su provincia, duramente castigada desde hace décadas por un desplome demográfico al que sigue sin encontrar freno y que solo puede encararse con la creación de oportunidades laborales. La provincia de Teruel ganó 10.000 habitantes entre 1998 y 2008, al calor del despegue económico nacional; pero ha perdido 12.000 desde 2008, y la población que queda está cada vez más envejecida. Pero también ha quedado claro que el empleo es la mejor medicina contra el mal del desierto demográfico: en una provincia que siguer perdiendo habitantes, su capital suma vecinos mientras genera puestos de trabajo -en 2018 ganó casi 700 habitantes respecto a 2017-.
Teruel ha conseguido apuntalar un ritmo de creación de empleo que envidian la inmensa mayoría de las localidades aragonesas. En los cinco últimos años ha aumentado la ocupación un 17,05% , según los datos de afiliados a la Seguridad Social. No solo supera ampliamente a la media aragonesa –que ha rondado el 15%–, sino que alcanza la media española (17%) y sobrepasa, con mucho, el promedio de creación de empleo que se ha dado en Zaragoza capital en los últimos cinco años, donde la ocupación se ha incrementado un 14,43%, 2,4 puntos menos que en la ciudad de Teruel.
«Hemos convertido el pequeño tamaño de nuestra ciudad en una ventaja competitiva : tenemos suelo que podemos ofertar de forma muy competitiva; desde el ayuntamiento ofrecemos a los empresarios y emprendedores agilidad, un trato personalizado y directo; y el turismo se ha convertido también en un motor económico importantísimo, lo que queda patente en el espectaulcar aumento del equipamiento hotelero», afirma la alcaldesa, Emma Buj (PP).
Entre los ejemplos de ese Teruel que crece y que «irradia riqueza a los municipios de su entorno» , la alcaldesa apunta su aeropuerto industrial -dedicado a la logística, la I+D y el mantenimiento de aeronaves- o el botón de muestra de las fiestas medievales que, al calor de la leyenda de Los Amantes de Teruel, ha hecho del turismo una industria que, en los momentos punta del año, «irradia riqueza y llena alojamientos hoteleros a 60 y 80 kilómetros a la redonda», explica Buj.