Sociedad

El temporal ha convertido al Pirineo en un gigantesco embalse helado

El lado español de esta cordillera acumula un récord histórico de nieve: 1.129 hectómetros cúbicos, el doble que hace 15 días

Imagen de Benasque (Huesca) tras la monumental nevada de mediados de enero

R. Pérez

El temporal de frío, nieve y lluvia que ha azotado España en las últimas semanas ha convertido el Pirineo en un gigantesco embalse helado, una gran reserva de agua en forma de nieve como no se recordaba hace muchos años.

Según han indicado fuentes de la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE), la vertiente española de la cordillera -la que vierte hacia el Ebro- acumula en estos momentos 1.129 hectómetros cúbicos de agua en forma de nieve . Es el doble de la que tenía hace solo quince días, un 57% más que hace un año y un 47% más del promedio de los últimos cinco años para estas fechas del año .

La ola de frío, nieve y lluvias ha dado un empujón a los embalses de la cuenca del Ebro, que ahora se encuentran al 62,7% de su capacidad máxima, tras aumentar sus reservas en casi un 4% durante la última semana. Pero a partir de la primavera y hasta el verano se han garantizado -los pantanos de la margen izquierda del Ebro- que seguirán recibiendo importantes caudales por el deshielo de la gran cantidad de agua en forma de nieve que guarda el Pirineo.

Hace mucho que en estas fechas no se veía tanta nieve en el lado español de esta cordillera. Para hacerse una idea, toda esa nieve equivale, por ejemplo, a todo el agua que tiene ahora el mayor embalse de toda la cuenca del Ebro, el de Mequinenza. Otra ejemplo: serviría para llenar al completo tres embalses como el de Yesa (Navarra).

Riesgos de un deshielo acelerado

Eso sí, para que a toda esa nieve se le saque partido hace falta que el tiempo acompañe . Esas reservas del Pirineo son una buena noticia, pero también un motivo de inquietud si se produjera un deshielo apresurado por un brusco aumento de las temperaturas en un corto período de tiempo, y más aún si eso coincide con una racha de lluvias.

Un deshielo acelerado podría provocar inundaciones. En la cuenca del Ebro se conoce bien este riesgo y, en las últimas décadas, han sido varias las ocasiones en las que se han producido episodios de este tipo que han acabado en riadas e inundaciones.

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