OCIO
Rincones con encanto para los amantes de la fotografía
1
El mirador de los Pirineos
El puerto de Monrepós es un paso de montaña situado en la provincia de Huesca, que tiene una de las mejores vistas de los Pirineos. Se trata de un balcón privilegiado que ofrece un amplio panorama de los Pirineos, que permite visualizar desde Navarra hasta Lérida. En el centro de la imagen, «Las tres Sorores» : El Cilindro, Monte Perdido y Añisclo, también conocido como El Sum de Ramond. Las vistas del Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido son espectaculares.
El Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido es Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Y si algo lo caracteriza son sus contrastes: mientras en las zonas altas predomina la extrema aridez de los desiertos kársticos, en los valles el agua está siempre presente saltando en forma de barrancos y cascadas, entre las que destacan Torrombotera, Arripas, del Estrecho, Gradas de Soaso y, cómo no, la espectacular Cola de Caballo.
Ordesa y Monte Perdido es un gran jardín botánico de montaña donde conviven especies comunes con otras endémicas o exclusivas de estas montañas, como la madreselva de los Pirineos, la corona de rey o la oreja de oso. Hay más 1.500 especies de flora pirenaica.
2
Belchite Viejo
El Pueblo Viejo de Belchite , como se le conoce, se vio especialmente castigado por los combates de la Guerra Civil Española, al encontrarse en plena línea de frente durante largo tiempo. Al terminar la contienda, el deterioro de sus edificios era patente. Pudo haberse rehabilitado, pero el régimen franquista optó por sustituirlo por otro de nueva construcción, el Belchite nuevo, que está solo a unos metros del histórico municipio. Al final, los que quedaron en el Belchite Viejo fueron dejándolo. Los últimos se marcharon en la primera mitad de los años 60 y, en ese momento, sus calles y plazas quedaron definitivamente convertidas en un pueblo fantasma, pero también en museo vivo de las consecuencias de las guerras.
Es uno de los pueblos abandonados más visitados de España , pues sus ruinas atraen todos los años a más de diez mil personas.
3
Laguna de Gallocanta
A caballo entre las provincias de Teruel y Zaragoza, a mil metros de altitud, se encuentra Gallocanta , que está considerada como la laguna natural más grande de España. Se trata de una de las zonas húmedas más importantes de Europa. Aunque las grullas son la especie más emblemática de la laguna, la variedad de fauna que acoge es tremenda. Solo de vertebrados se han inventariado 258 especies en la cuenca de Gallocanta.
Hasta 100.000 grullas pueden pasar por Gallocanta , en oleadas sucesivas, entre octubre y diciembre en su migración desde el norte de Europa hasta la Península Ibérica. Es el conocido como «paso postnupcial». Todo un espectáculo natural que atrae a un gran número de visitantes que observan la llegada de unos bandos y la marcha de otros.
Uno de esos regalos que ofrece la naturaleza allí donde la acción del hombre no la ha alterado en exceso. Y es que la Laguna de Gallocanta es uno de los humedales de mayor valor ecológico de Europa, en el que año tras año recalan miles de ejemplares de aves migratorias, con las grullas como grandes protagonistas.
4
Rubielos de Mora
Encrucijada geográfica, cultural y económica, Rubielos de Mora se abre como un gran mirador natural sobre el altiplano de Teruel. De hecho se le conoce como el «Pórtico de Aragón». Otro de los sobrenombres que ostenta es el de «Corte de sierra» por el gran número de casas solariegas y edificios notables que forma su Conjunto Histórico Artístico.
En su visita no puede faltar la antigua colegiata Santa María la Mayor y el gran retablo gótico internacional del siglo XV que guarda en su interior, dedicado a la Vida de la Virgen. También es imprescindible conocer el edificio civil más monumental: su Casa Consistorial, una bella obra renacentista con una lonja en la primera planta.
Callejeando por Rubielos se pueden encontrar un sin fin de casas solariegas y pequeños palacios que pertenecieron a grandes nobles, donde destaca el trabajo de la piedra y la forja, sus aleros o sus escudos. Además de los conventos que alberga la villa: el de los Carmelitas Calzados y su impresionante claustro y el de las Madres Agustinas.
Todo ello enmarcado en las murallas que protegían la villa. Rubielos llegó a contar con 7 portales para acceder a la villa de las que todavía hoy, se pueden admirar dos: la de San Antonio y del Carmen.
5
Real Maestranza
En España hay cinco Reales Maestranzas de Caballería y una de ellas está en la capital aragonesa. Ronda, Sevilla, Granada y Valencia son las otras ciudades que cuentan con esta importante institución nobiliaria que tiene sus orígenes en el siglo XVI . Se crearon con la intención de que la nobleza se ejercitase en el manejo de la equitación y las armas y fueron muchas las ciudades que contaron con una. Sin embargo, en la actualidad solo cinco las mantienen.
Su sede se encuentra en la casa palacio de Donlope . Al año, unas seis mil personas visitan esta joya del patrimonio aragonés. Una joya arquitectónica, construida entre la tercera y cuarta década del siglo XVI por orden de Don Miguel Donlope, un importante jurista aragonés de la época de Felipe II.
Se trata de un ejemplo de modelo de casa palacio aragonés de la época renacentista. Declarado de Bien Interés Cultural, este edificio, situado en la calle Dormer, detrás de la catedral de La Seo, es sede de la Real Maestranza de Caballería de Zaragoza desde 1912.
En el interior del palacio se sitúa el tradicional patio aragonés, rodeado por seis columnas jónicas, donde se encuentra la carroza que llevó al monarca Alfonso XII a su boda ; una escalera claustral; el patio de caballerizas y las dependencias de una casa característica del Renacimiento, con tres salones principales. El palacio alberga también una «joya renacentista», el único tapiz de San Jorge que existe en Aragón y que data del año 1500.
El inmueble fue construido en el siglo XVI y es la única casa vivida del renacimiento aragonés que se conserva tal y como se usaba en aquella época. Mantiene su estado original y dispone de elementos –como fachada, alero, patio y techumbre– típicos de un palacio aragonés, que muestran los avances renacentistas que definen ambientes nuevos de la ciudad en aquella época.