Sociedad
Los regadíos del Ebro, asfixiados por la sequía
Los embalses del Jalón están al 23%, los del sistema de riegos del Canal Imperial, al 22,6%. Son solo dos ejemplos de pantanos bajo mínimos que hacen temer una campaña desastrosa si no llueve, y mucho, durante los próximos meses
La situación sigue sin mejorar claramente en la red de embalses de la cuenca del Ebro . Durante la última semana tan solo han ganado un minúsculo 0,5% de reservas, y son varias las zonas regables con embalses en las que el volumen de agua empantanada sigue cayendo cuando el otoño encara ya el invierno.
Si durante los próximos meses no llueve, y mucho, la campaña de riegos del próximo año -que arranca en primavera- se antoja desastrosa en zonas como el valle del Jalón o el sistema del eje del Ebro compuesto por el Canal Imperial-Lodosa-Tauste . El agua embalsada para abastecer a este último es de tan solo el 22,6% de su capacidad máxima, y casi un 9% inferior a la que tenía hace justo un año -y eso que por entonces la sequía ya dejaba sentir sus efectos-.
A tan solo el 23% de su capacidad de agua embalsada está el sistema de riegos del Jalón, regulado por el p antano de La Tranquera y apoyado por las pequeñas presas de Monteagudo y Maidevera. La Tranquera sigue siendo uno de los embalses que mejor ejemplifica la crítica situación en la que se encuentran la red de presas de la cuenca del Ebro. Así, este pantano del que también bebe Calatayud tiene actualmente 25.000 millones de litros de agua menos de los que tenía hace justo un año: un 22% menos reservas que hace doce meses.
En su conjunto, el agua embalsada en estos momentos en toda la cuenca del Ebro es un 7,7% inferior a la que había hace justo un año. Son 523,5 hectómetros cúbicos menos o, lo que es lo mismo, la friolera de 523.500 millones de litros menos que hace doce meses.
Lo peor es que la falta de lluvias está agravando el problema día a día. El año pasado la sequía era también preocupante, pero al menos a estas alturas del otoño ya había llovido lo suficiente como para que los embalses hubieran ganado reservas con claridad. Este año, no.
La margen izquierda del Ebro, la que se nutre de ríos que nacen en el Pirineo, tienen un panorama menos sombrío. Las nevadas del invierno les garantizan un suministro de agua para la primavera, cuando arranca el deshielo. Pero en la margen derecha del Ebro -en la que se encuentra el Jalón, por ejemplo- no se cuenta con ese recurso. Y la solución pasa por las lluvias del otoño y del invierno, y en menor medida las de principios de primavera. Por eso, los próximos cinco meses son fundamentales. Si no llueve, y mucho, el panorama se antoja desolador.