Cultura
El «Pastor de Andorra», la voz prodigiosa de la jota que se ha apagado para siempre
Miles de personas se unieron al emotivo adiós a José Iranzo durante su funeral
Ni la ternura ni la sencillez abandonaron jamás su rostro, pese a su merecida fama. José Iranzo, «El Pastor de Andorra» , ha sido el referente de la jota durante casi un siglo por su prodigiosa voz que cultivó, de niño, de forma totalmente autodidacta mientras pasaba la infancia trabajando en el pastoreo para contribuir a su humilde hogar familiar.
Su voz se apagó para siempre el martes . De madrugadaba saltaba la noticia. José Iranzo Bielsa había cumplido 101 años hace un mes. Miles de personas le dieron un emotivo adiós en el funeral que se ofició el miércoles en su localidad natal.
Durante décadas, su destreza como cantador de jotas le llevó a recorrer escenarios de todo el mundo . Actuó en países de Europa y de América, cantó ante dignatarios como el Rey Hassan II de Marruecos, y triunfó con una voz considerada ejemplar en el arte de la jota aragonesa.
Su éxito poco podía intuirlo en su dura infancia. Nació el 20 de octubre de 1915 en el seno de una humilde familia de la villa minera de Andorra (Teruel), a la que la epidemia de gripe de 1918 dio un dramático zarpazo al matar a su padre y a dos de sus tres hermanos.
Los apuros económicos del hogar hicieron que José Iranzo tuviera que dedicarse al pastoreo desde su temprana infancia . Trabajó al cuidado de rebaños de otros ganaderos de la zona y, mientras pasaba las horas en el campo, cantaba y pefeccionaba su técnica de forma autodidacta.
El servicio militar le sirvió de trampolín. Un sargento se vio sorprendido por la calidad de la voz de José Iranzo y le animó -a cambio de algunas monedas- a que cantara ante soldados y oficiales. No quedó ahí, y luego le orientó para que recibiera clases con las que perfeccionar su canto y sacarle el máximo partido. A partir de ahí, la carrera de «El Pastor de Andorra» empezó a prosperar sobre los escenarios.
Se estrenó como figura de la jota en el Teatro Principal de Zaragoza. Luego llegarían muchos más, dentro y fuera de España, sumando décadas de éxito sobre los escenarios y de una popularidad a la que contribuyó no solo su voz prodigiosa sino su carácter afable y cercano.
El mito acabó cuajando. José Iranzo se convirtió en referente para la jota cantada, en nombre propio de la historia de este arte musical y en embajador de la imagen de Aragón.
A lo largo de su vida acumuló decenas de premios y distinciones . Entre ellas, la Medalla de la Cultura de Aragón, la Cruz de San Jorge de la Diputación de Teruel, la Medalla al Mérito Cultural del Gobierno aragonés, el Premio Aragón 1999, el título de Hijo Predilecto de su localidad natal (Andorra) y el de Hijo Adoptivo de Teruel.
Tras conocerse su muerte, las declaraciones de condolencia se han ido sucediendo desde los más diversos colectivos sociales, culturales, políticos e institucionales.