Terrorismo
«Yo no perdono a Josu Ternera, quiero verlo en el banquillo»
Lucía Ruiz, víctima de la casa-cuartel de Zaragoza, recuerda cómo vivió aquella masacre cuando tenía 10 años y cómo vive ahora la extradición del dirigente etarra acordada por Francia
Lucía Ruiz era una niña de 10 años cuando se convirtió en víctima directa del terrorismo. Dos días después cumplió 11 años. Vivía en uno de los pisos de la casa-cuartel de la Guardia Civil de Zaragoza que ETA hizo saltar por los aires el 11 de diciembre de 1987 . Por aquel atentado aún tiene que ser juzgado en España el que por entonces era jefe político de ETA, José Antonio Urrutikoetxea, Josu Ternera , al que Francia ha aceptado extraditar . Lucía Ruiz, que ahora preside la delegación aragonesa de la Asociación de Víctimas del Terrorismo (AVT), aguarda con esperanza el juicio contra Ternera. «Yo no le perdono, no quiero perdonarle, quiero verlo en el banquillo de la Justicia» , afirma en declaraciones a ABC.
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Más de 40 años después de aquel atentado, Lucía Ruiz mantiene grabada a fuego en su memoria aquella helada mañana de diciembre en la que su sueño quedó roto por la brutal explosión del coche-bomba que la cúpula etarra encomendó colocar al denominado «comando itinerante».
Su padre, guardia civil destinado en la casa-cuartel de Zaragoza, se encargó de reunir a la familia y de organizar la evacuación del resto de viviendas que había en el pabellón en el que residían. Esa parte de la edificación quedó milagrosamente en pie, aunque totalmente arruinada, rodeada de una montaña de escombros. ETA segó vidas y hundió la casa-cuartel en la que Lucía prácticamente había nacido: «mis padres se instalaron cuando yo tenía siete meses y vivía en ella hasta el atentado que la destrozó».
La explosión acabó con la vida de cinco niñas -dos de ellas gemelas-, un adolescente -tío de las gemelas-, tres guardias civiles y las esposas de dos de ellos. Otras 88 personas resultaron heridas de diversa consideración.
La huella del trauma
«Conocía a todos que murieron», recuerda Lucía Ruiz, «fue terrible». Escombros, gritos, los cuerpos de varias niñas muertas en brazos de agentes que se los llevaban con prisas ya inútiles… «Me acuerdo perfectamente de todo, desde el momento en que sonó la explosión», relata . A su madre, la onda expansiva le ha dejado secuelas físicas de por vida. Las psicológicas también han dejado huella. «Fuimos a los psicólogos durante mucho tiempo, y de vez en cuando aún toca volver» , explica Lucía Ruiz. «Gracias a mis padres, que tienen una fuerza tremenda, pudimos gestionar el dolor y salir adelante, pero es un dolor que se arrastra siempre, no se olvida».
De los imputados por aquella masacre fueron juzgados todos, excepto Josu Ternera. Durante años esquivó tener que responder por aquel crimen y llegó a disfrutar de salario público de diputado en el Parlamento vasco. Pero en 2002, cuando la Justicia apuntó hacia él y se disponía a procesarlo, se dio a la fuga. Diecisiete años después, el pasado mayo, fue detenido en Francia, donde se ocultaba. Ahora, la Justicia gala ha autorizado su extradición para que pueda ser juzgado en España.
«Memoria y dignidad»
«Es una buena noticia», dice Lucía Ruiz, «porque las heridas de un atentado no se cierran nunca, pero sí ayuda saber que no está libre aquel que tiene que responder por el crimen del que eres víctima». Espera que, a partir de ahora, la entrega de Josu Ternera a España «no se demore» y que, tras tantos años huido, «rinda cuentas ante la Justicia lo antes posible».
Explica que no entiende cuando se les pregunta a las víctimas del terrorismo sobre si perdonan a quienes cometieron los crímenes. «Yo no perdono. No perdono a Josu Ternera. No quiero perdonarle, lo que quiero es verlo en el banquillo, que rinda cuentas con la Justicia y que cumpla con ella», subraya la delegada aragonesa de la AVT. «Las víctimas no pedimos nada raro, no pedimos venganza, solo pedimos que se juzguen los crímenes cometidos» .
Y, además de Justicia, reclama a los políticos y a la sociedad en su conjunto que no olvide lo que fue el terrorismo etarra, «porque una sociedad que olvida corre el riesgo de repetir el pasado». Por eso, reclama «dignidad y memoria para las víctimas», y se muestra personalmente «indignada» ante el protagonismo adquirido por Bildu en el Congreso durante la investidura de Pedro Sánchez. «En cualquier democracia como es la española hay líneas infranqueables que nunca deberían cruzarse», advierte Lucía Sánchez. «Da rabia esa sensación de que se quiere blanquear lo que fue un pasado de terror, que dejó cientos de muertos y familias destrozadas. Todo eso no se puede olvidar. Aquí no hubo un conflicto, hubo unos señores que se dedicaban a matar y a aterrorizar» , asegura.