Sociedad

Ganaderos aragoneses en pie de guerra por un oso «catalán» que los tiene en vilo

Exigen medidas de protección tras haber matado dos terneros y amenazar a las reses en el oscense valle de Gistau

Ganaderos provistos de grandes cencerros para protestar, sonoramente, contra la amenaza del oso

R. P.

En los últimos años, la ganadería tradicional anda revuelta en Aragón por la amenaza de especies salvajes que hace tiempo que dejaron de ser un peligro porque habían desaparecido o habían quedado reducidas a la mínima expresión. El lobo y el oso son las dos especies que tienen ahora en vilo a los ganaderos en varias zonas de Aragón, entre ellas el Pirineo, donde este fin de semana tuvo lugar una sonoro concentración, a golpe de esquirla, para denunciar esa amenaza hecha realidad hace escasos días con un mortífero ataque a un rebaño .

En el punto de mira de los ganaderos del oscense valle de Gistau (Chistau, en aragonés) está el oso Goiat, soltado hace tres años por la Generalitat. Se trata de un plantígrado esloveno que fue reintroducido en el Pirineo por las autoridades catalanas . Lo soltaron en la comarca del Pallars Sobirá, pero de inmediato dejó claro que tenía vocación viajera y empezó a moverse en grandes distancias. Ahora tiene atemorizados a los ganaderos del valle de Gistau, en la comarca oscense del Sobrarbe.

La política de reintroducción del oso que ha tenido lugar con el paso de los años en el lado francés de la Cordillera y en el Pirineo catalán ha acabado afectando a Aragón, porque los animales no saben de fronteras administrativas y sus movimientos alcanzan a valles del lado aragonés.

Hace una semana, Goiat atacó un rebaño en los alrededores de la localidad pirenaica de Plan. La emprendió violentamente contra dos terneros que mató a golpes, según han revelado los dueños de este ganado. El ataque de Goiat ya no es un riesgo teórico, sino real. Y el problema –insisten los ganaderos de la zona- no es que vuelva a protagonizar un ataque mortífero, sino sus merodeos por la zona, lo que obliga a extremar la vigilancia y estresa al ganado, lo que afecta a las producciones.

La pacífica existencia de las reses sueltas en estos parajes del Pirineo aragonés es historia desde que se sabe de la presencia de Goiat. Los ganaderos no se fían y salen a proteger a sus reses día y noche, para hacerse notar y que el ruido ahuyente al violento oso.

Este domingo, unas 200 personas recorrieron los alrededores de Plan en una sonada protesta que, por cierto, tuvo que llevarse a cabo en versión reducida: habían previsto que fuera más extensa, a modo de «batida» sonora contra el oso, pero las autoridades les advirtieron que podían ser sancionados, dado que el oso es especie protegida y no se le puede acosar. Así que, para no demorar la protesta, optaron por llevarla a cabo de forma geográficamente limitada.

Provistos con grandes cencerros, clamaron por esa seguridad perdida por culpa de Goiat, que les tiene en vilo. Piden a las autoridades que les protejan, porque de la ganadería extensiva, de ese pastoreo tradicional, depende tanto el cuidado del medio ambiente como la persistencia de pueblos que se mantienen demográficamente a duras penas y cuya economía depende principalmente de la ganadería.

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