Ecos de San Jorge

La faena de arte y sangre de Curro Díaz a un toro de Algarra se engrandece en el recuerdo

Á. G. ABAD

Pasó la Feria de San Jorge, y con ella la primera parte de la temporada en la plaza de la Misericordia . Quedan pues para los aficionados los ecos de las dos corridas para la travesía que tenemos por delante hasta el otoño. Aunque antes, fuera de Zaragoza, espera el grueso de la campaña en los cosos de Teruel, Huesca, Calatayud, Ejea, Alcañiz...

Pero si echamos la vista atrás, hemos de hablar de una corrida concurso más para olvidar que para recordar. De los seis astados que compitieron, dos que dieron opciones de triunfo - Alcurrucén y Ana Romero - y que fueron a las manos del joven Román , que, sin estar mal, dejó escapar una buena oportunidad de dar un aldabonazo en una plaza de primera categoría, que falta le hacía.

También le hacía falta un triunfo al aragonés Alberto Alvárez , pero los toros de Cuadri y Flor de Jara solo le permitieron una encomiable disposición. Como a Rafelillo , que con los de Partido de Resina y Ventorrillo poco pudo hacer. Los premios desiertos, excepto el destinado al mejor picador, que se fue para Pedro Iturralde .

Y el día del santo patrón llegó el acontecimiento. Una encastada corrida de Luis Algarra fue el material que tuvieron enfrente Curro Díaz, Paco Ureña y Ginés Marín . Tres toreros, tres conceptos, tres actuaciones diferentes, una especialmente para el recuerdo. Tardará en olvidarse todo el buen toreo con que Curro Díaz deleitó a la concurrencia, mientras que Ureña demostró su poder, mientras el joven Marín dejó muchas dudas en el aire.

Ahí va mi recuerdo sobre lo que viví aquella tarde y transmití en la crónica abecedaria : «La tarde del día de San Jorge fue de Curro Díaz. De principio a fin. De su despaciosidad, de su naturalidad, de su valor, del poder... Una tarde de inspiración, de temple, la tarde de un torero en sazón, artífice del toreo eterno. Salió por la puerta de la enfermería cuando se había ganado la puerta grande. Un pinchazo le frenó las orejas en su primer toro de Algarra, y después de cuajar al cuarto se dijo que ese no se le escapaba y a costa de una grave cornada de 15 centímetros y dos trayectorias en el muslo derecho, el doble trofeo fue a sus manos. De la naturalidad con que toreó con la izquierda al primero, a un comienzo de faena al cuarto, pleno de inspiración. Y manejó la derecha con largura y extremado buen gusto, y los pases de pecho hacían rugir unos tendidos entregados. Al final explicó su verdad dando la vuelta al ruedo con el muslo partido antes de pasar a las manos del doctor Val Carreres».

Personalmente, descubrí a Díaz un día de junio de 2005 en la Monumental de Barcelona. "Esplendor en la arena", fue el titular, y, como la mayoría de los aficionados que disfrutaron de Curro el pasado 23 de abril, ya estoy deseando volver a verle hacer el paseíllo en la Misericordia. Resuena el eco San Jorge.

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