Economía
El cierre de la térmica de Andorra fulminará el 25% del empleo que le queda a esta comarca
La «transición energética» pregonada por el Ejecutivo de Sánchez coloca al borde del abismo a esta zona de Teruel
La «transición energética» , cuya bandera ha ondeado con entusiasmo el Gobierno de Pedro Sánchez en los últimos meses, encuentra un dramático escenario práctico en la comarca de Andorra (Teruel) . Endesa confirmó este jueves que su central térmica situada en esta localidad cerrará en junio de 2020 , condenada por las obligaciones que le imponían para adaptarse a nuevos condicionantes medioambientales, que le forzaban a acometer unas inversiones que hundían la rentabilidad de esta central.
La noticia del cierre no cae por sorpresa, pero –pese a barajarse desde hace años- pilla a esta comarca sin la tarea hecha, sin una reindustrialización que permita compensar lo que se perderá con el cierre de la térmica, que será mucho: solo en empleo directo, se irá al traste de un plumazo más del 25% de los puestos de trabajo de esta comarca turolense .
El endurecimiento de las condiciones marcadas por la UE para el funcionamiento de las térmicas y el sector del carbón comprometió gravemente el futuro de esta central, sin que los sucesivos gobiernos centrales ni las autoridades autonómicas lograran buscar un plan alternativo. Ahora, la pregonada «transición energética» ha puesto el resto para conducirla al cierre.
La situación pone en evidencia a los políticos, que ahora se afanan por esparcir responsabilidades a los demás . El presidente de Aragón, el socialista Javier Lambán, ha optado por culpar en exclusiva a Endesa, sin un ápice de autocrítica ni hacia el Gobierno central ni por los años que han pasado sin que las cacareadas promesas de industrialización hayan dado fruto alguno , ni por parte del actual Ejecutivo regional ni por quienes le precedieron del PP y el PAR. En ese afán por centrar el foco de la cuestión contra Endesa y esquivar responsabilidades institucionales, Lambán ha llegado a atacar directamente a la compañía –propiedad de la italiana Enel- al pedir a los aragoneses que «tomen notra» frente a ella por haber decidido cerrar la térmica de Andorra atendiendo a criterios de rentabilidad empresarial.
Lambán no ha sido el único político en optar por eludir responsabilidades y culpar a otros. La alcaldesa de Andorra, Sofía Ciércoles, y el presidente de la Diputación de Teruel, Ramón Millán, también reparten responsabilidades en otras instancias ante la situación a la que se ve condenada ahora esta zona turolense.
Un chorreo de empleos perdidos
Las cifras son elocuentes: la comarca de Andorra lleva décadas en un continuo goteo de pérdida de puestos de trabajo. Antaño próspera por las minas de carbón que poblaban la zona y que alimentaban a la térmica de Endesa, la comarca entró en el declive laboral cuando los pozos empezaron a echar el cierre . Los multimillonarios planes de industrialización para dotar a las cuencas mineras de una economía alternativa a la del carbón han dejado un balance desolador en términos reales de empleo.
En 1998, unas 700 personas trabajaban en las minas de carbón de la comarca de Andorra. Ahora son poco más de 80. Y en los diez últimos años no solo se ha perdido empleo en el sector del carbón, sino también en la economía comarcal en su conjunto. En cómputo global, la comarca de Andorra ha perdido en el último decenio más del 10% de los asalariados que le quedaban , unos 350 puestos de trabajo netos.
Tras dejar pasar el tiempo sin crear un tejido productivo alternativo al carbón y a la térmica, ahora esta comarca se asoma al abismo al confirmarse el cierre de la central de Endesa, del que se llevaba hablando desde hace años y que por eso no pilla por sorpresa. Solo en empleo directo, la térmica da trabajo a casi 600 personas , sin contar los que están ocupados en subcontratas y el efecto que irradia en otros negocios de la zona. Solo contando el empleo directo, el cierre de la térmica fulminará el 25% del empleo por cuenta ajena que tiene actualmente la comarca de Andorra. Si se cuentan los empleos indirectos, el destrozo es mayor. Y dibuja un negro futuro para una comarca, la de Andorra, a la que el futuro se le ennegrece de forma crítica.
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