Sucesos
La Audiencia Nacional reabre el caso de un extraño atentado cometido en 1980
Fue asesinado un guarda jurado destinado en las oficinas zaragozanas de General Motors. El crimen quedó impune
La Audiencia Nacional ha reabierto la investigación de un extraño atentado cometido en Zaragoza en 1980 y que segó la vida de un guarda jurado que prestaba servicio en las oficinas que tenía en esta ciudad la multinacional estadounidense General Motors . Al caso se le dio carpetazo judicial en apenas dos meses. Ahora, 38 años después, una fiscal de la Audiencia Nacional ha apostado por indagar en lo ocurrido para buscar respuestas.
Las diligencias han sido impulsadas por la fiscal Carmen Monfort , tras reunirse con el hijo de la víctima de aquel atentado, según ha informado éste a Heraldo de Aragón . Eso sí, a estas alturas aquel crimen ya está judicialmente prescrito, si bien se confía en que las nuevas pesquisas puedan, al menos, esclarecer que ocurrió, quién cometió el atentado y con qué objetivo.
El caso quedó rodeado de misterio desde el primer momento, y más aún tras archivarse las diligencias sin que llegara a concretarse una acusación ni una identificación de los autores.
En un primer momento se presentó como un asesinato aparentemente vinculado a la delincuencia común. Incluso se planteó en las primeras horas que el vigilante que fue asesinado, Jesús Argudo Cano, había podido ser víctima de alguna represalia particular o laboral, pero no de un atentado.
Esas versiones que aparecieron en las primeras informaciones de los periódicos de la época cambiaron cuando, con el paso de las horas, el caso fue revindicado como un atentado terrorista. El periódico regional Aragón Exprés -que desapareció pocos años después- recibió la reivindicación del atentado por alguien que se identificó en nombre del Frente Revolucionario Antifascista y Patriota (FRAP) . A la Agencia EFE, por su parte, le llegó otra reivindicación del crimen a cargo del Frente Revolucionario Antifascista Vasco Aragonés (Frava) , grupo terrorista de fugaz existencia en los convulsos años de la Transición.
Los confusos datos que rodearon aquel caso se vieron certificados por la rapidez con la que se archivó el caso sin que la investigación permitiera aclarar lo ocurrido y dar con los autores.
La víctima era un guardia civil que, tras haber estado destinado en la provincia de Huesca, se retiró y se convirtió en guarda jurado . Se incorporó a la plantilla de la empresa Prosesa -antecedente de la actual Eulen Seguridad-. Como vigilante privado había prestado servicio en la fábrica zaragozana de Balay, desde donde fue destinado a las oficinas que por entonces tenía la multinacional estadounidense General Motors en el centro de Zaragoza, en la séptima planta de un bloque de oficinas de la calle Capitán Portolés, una sede provisional que la compañía usó mientras ponía en marcha a pleno rendimiento su nueva factoría europea en el pequeño municipio zaragozano de Pedrola.
Jesús Argudo Cano apenas llevaba dos semanas destinado en las oficinas de General Motors cuando fue asesinado en su puesto de trabajo. Fue tiroteado mortalmente poco antes de las ocho de la tarde del 2 de mayo de 1980. Estaba en ese momento allí porque le había cambiado el turno a un compañero, por lo que llegó a especularse con la posibilidad de que los criminales se hubieran equivocado de persona.
Tres encapuchados subieron por uno de los ascensores hasta la séptima planta, se toparon con dos ejecutivos de General Motors, a los que encañonaron, y fueron a por el vigilante privado. Un tiro en el cuello lo hirió de muerte. Falleció poco después, cuando era trasladado al hospital.
Un hijo de aquel vigilante ha insistido durante años para que el crimen que le costó la vida a su padre no cayera en el olvido. De ahí la reunión que mantuvo con la fiscal de la Audiencia Nacional que, al parecer, va a permitir un nuevo intento por esclarecer lo ocurrido, aunque ya sea tarde para esperar justicia ante el tiempo que ha pasado desde entonces.