Y al fondo, los españoles
Ahí lo tienen. Un circo de reproches, embadurnados en medias verdades. Mentiras totales. ¿Lo dudaban?
Ahí lo tienen. Un circo de reproches, embadurnados en medias verdades. Mentiras totales. ¿Lo dudaban? Al fondo, arrinconada, España. Porque ayer, mañana y, seguro, hasta que estalle la legislatura, nadie se preocupa de ella. Ya ven, la escopeta nacional pero ni asomo de la gracia de Berlanga ni el ingenio de Azcona. Acaso, si algunos andan descojonándose a mandíbula batiente, son los secesionistas. Ellos son los auténticos vencedores en este esperpento. Lo suyo, que dirían los británicos, es un win win. Si gana Sánchez «el precipitado», podrán jactarse con razón de un titular demoledor para todos los que aquí y mucho más allí dan la batalla contra el sectarismo fascistoide. «Pedro Sánchez entra en la Moncloa a lomos del independentismo». Tan cierto como desolador. Si pierde, ay si pierde, Rajoy «el estoico» seguirá en el alambre hasta que el resto y no él, decidan. Inestabilidad. Incertidumbre. Caos. El Valhalla de Puigdemont. La caja registradora de Ortuzar.
Esa es la clave de lo que debería preocuparnos a todos. No las pulsiones demoscópicas de unos y de otros, tampoco ya la agenda oculta porque es de una certeza luminosa e hiriente: quién algo quiere, La Moncloa, algo tendrá que pagar. Y los cobradores son los mismos a quienes la justicia condena por golpistas o al otro lado de la muga siguen poniendo una vela al dios presupuestario, y otra al diablo abertzale. Y al fondo, muy al fondo, los españoles.
¿Cuál es la solución? Desde luego no la que ha perpetrado Sánchez ni la que amenazan con acometer el resto de asaltantes de la Moncloa. No, la clave sigue estando en Rajoy, que se presume un Allende resistiendo en el Palacio de la Moneda. No, nadie le pide que huya sino que cumpla lo que sus heraldos susurran a golpe de WhatsApp: que juzguen las urnas. Pues venga, adelante, si supera el asalto que se asome al balcón. ¿De verdad alguien cree que esto tiene que durar hasta el 2020? No hay corbata que lo aguante ni pueblo que lo resista. Al fondo, muy al fondo, una esperanza, casi de fábula, que lo que consensúen los partidos constitucionalistas es la mejor manera de clebrar unas elecciones en tiempo y de la mejor forma para los verdaderamete hoy arrumbados, ustedes, nosotros, todos. Eso que llaman, la ciudadanía.