El votante pródigo
Rivera y Abascal compiten por un mismo votante conscientes de que no tienen salida: un gobierno de derechas
Que me parta un rayo si usted no conoce al menos a un tradicional votante del PP que hace tres años le dio la barrila con las bondades de Ciudadanos, y hace tres meses le volvió a dar la barrila pero con Vox. Tal vez incluso, y perdóneme por lo de la barrila, es usted uno de ellos. Sea lo que sea, esos votantes existen, y forman legión.
A ese ciudadano le molestaba la corrupción del PP, pero lo que le sacaba de sus casillas era la renuncia de Mariano Rajoy a dar la batalla ideológica , a desmontar el entramado cultural zapateril. Retener a ese votante que un día se ilusionó con Ciudadanos es el motivo principal por el que en la campaña de las generales Albert Rivera tomó la decisión más importante de la historia de su partido desde su salto a Madrid: anunciar el «no es no» a Sánchez y aspirar a competir por el liderazgo en el centro-derecha . No es que ese votante estuviera volviendo al PP: es que se estaba yendo directamente a Vox. En Ciudadanos saltaron las alarmas al detectar esa fuga mayúscula, un baño de realidad que echaba por tierra años de barniz hacia la izquierda. Y Rivera decidió actuar.
Con el veto a Sánchez se enmendó a sí mismo, asumió que soplar y sorber no es posible al mismo tiempo y aprendió que la política es una manta corta que no puede cubrir a la vez los pies y la cabeza. Hasta entonces, a Ciudadanos nunca le había interesado asumir que su votante era principalmente de derechas (mucho o poco, pero de derechas) y que el giro «liberal-progresista» implicaba dar la espalda a su electorado. La vuelta al centro-derecha de Rivera es un reencuentro consigo mismo y con su electorado y vetar a Sánchez fue una decisión electoral audaz: el éxito en las generales (de 32 a 57 escaños) fue la prueba.
El hecho es que Rivera y Abascal compiten por ese votante que abandonó el PP por Ciudadanos y que luego se sintió atraído por Vox. Porque aunque estos partidos sean esencialmente distintos, a ojos de ese votante defienden dos cuestiones clave: la libertad y la unidad de España. Y precisamente por eso ninguno de los dos puede pasarse de frenada y votarán tarde o temprano gobiernos de centro-derecha. Porque en esa guerra a dos, de la que Pablo Casado parece estar excluido, el PP puede ser precisamente el más beneficiado. Una vuelta a casa en tres tiempos.