El violador del ascensor, condenado a 96 años de cárcel
Pedro Luis Gallego agredió sexualmente a dos jóvenes en 2017, y lo intentó con otras dos
El pasado 5 de octubre, el violador del ascensor habló por primera vez. «Me considero culpable», dijo ante el juez Pedro Luis Gallego, de 61 años, uno de los mayores depredadores sexuales de España. Ayer, respaldada por la confesión expresa y las suficientes pruebas, la sección sexta de la Audiencia Provincial de Madrid le condenó a 96 años de prisión por dos delitos continuados de agresión sexual, otro de agresión sexual, dos delitos de detención ilegal, otros dos de intento de detención ilegal, además de dos de lesiones y dos de robo con violencia.
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Esta ha sido la sentencia, que fija la misma pena que solicitaban la Fiscalía y la acusación popular, por violar a dos jóvenes e intentar agredir a otras dos entre diciembre de 2016 y abril de 2017. Y no es, ni por asomo, la primera. Gallego ha sido condenado a un total de 273 años de cárcel por perpetrar 18 violaciones y dos asesinatos, el de Leticia Lebrato, de 17 años, y Marta Obregón, de 19, entre las décadas de los setenta y los noventa. Aunque el violador del ascensor ingresó en prisión por sus atrocidades, saboreó la libertad a finales de 2013, nueve años antes de tiempo, por la derogación de la doctrina Parot. Apenas tres años después volvió a violar.
Violador en serie
El primer intento fue el 16 de diciembre de 2016, cuando abordó, pistola en mano, a una menor de 17 años. Trató de introducirla en su vehículo, mientras ella insistía en entregarle su móvil y su cartera. Gallego no pudo llevarla a un lugar cerrado porque aparecieron varias personas en la calle.
La siguiente víctima, el 19 de febrero de 2017, no tuvo tanta suerte. El violador logró maniatarla con bridas y vendarle los ojos, para conducir desde las inmediaciones del hospital de La Paz hasta un piso que tenía en Segovia . La joven soportó durante nueve horas repetidas violaciones, tal y como esgrime la sentencia a la que ha tenido acceso ABC. Al día siguiente , Gallego lavó el cuerpo de su víctima, para eliminar cualquier prueba, y la dejó de nuevo en la calle donde se produjo el rapto. Ella sufrió estrés postraumático durante tres meses, así como «importantes secuelas psicológicas».
El «modus operandi» siempre era el mismo. Hubo un tercer intento, fallido, el 2 de abril de 2017, en el que Gallego golpeó con la pistola en la cabeza a su víctima. Apenas dos semanas después pudo consumar su crueldad. En el mencionado piso franco, violó durante seis horas a una cuarta joven, amordazada y sin visión.
La Policía supo que se enfrentaba a un violador en serie tras las denuncias de estas cuatro víctimas. Una de ellas logró reconocer el coche en su huida, un vehículo blanco de cuatro puertas . Gracias a una exhaustiva comprobación de las cámaras de vigilancia, que grababan la zona donde Gallego actuaba, pudieron identificar el modelo, un Toyota Auris. Después de cruzar las matrículas de 75.000 turismos, dieron con un nombre . El violador del ascensor, en prisión provisional desde junio de 2017, utilizaba el coche de su cuñado para transportar a las jóvenes -siempre morenas y aniñadas- a su piso de los horrores, en la calle de Dámaso Alonso, en Segovia.
Arrepentimiento
El día del juicio oral, Gallego pidió perdón a las víctimas y aseguró tener «un problema psicológico desde los 19 años», que le impedía «evitar los impulsos». Incluso aseguró que intentó suicidarse en dos ocasiones durante su estancia en prisión. «Me arrepiento de haber nacido», fueron sus palabras en el banquillo, escudado bajo unas gafas de sol.
Pese a sus recientes lamentos, Gallego se negó, en su momento, a entregar su ADN, hasta que un juez lo obligó, con lo que se obtendría así la prueba definitiva. Esta vez sí, el violador del ascensor pasará al menos un par de décadas entre rejas.