Villarejo sitúa el origen del pendrive de los Pujol en un policía excedente que trabajaba en Método3
El comisario Martín Blas, el director de la agencia de detectives y el propio Pino contradicen su versión
El comisario jubilado José Manuel Villarejo sitúa el origen del pendrive con información de la familia Pujol que se intentó «colar» en una causa abierta en la Audiencia Nacional teniendo procedencia desconocida, en un policía que en excedencia trabajaba en la agencia de detectives Método3 y que si bien ofrecía la documentación a cambio de precio, la acabó entregando al que fuera jefe de Asuntos Internos de la Policía Nacional, Marcelino Martín Blas, para evitar ser detenido.
A preguntas de las acusaciones que ejercen en esta causa Jordi Pujol Ferrusola y Podemos, Villarejo, aduciendo dificultades de memoria por su situación de encarcelamiento, ha acabado señalando a Juan Carlos Ruiloba, un inspector jefe que en excedencia trabajaba en esa agencia de detectives. «Ruiloba se lo entregó a Marcelino Martín Blas y Marcelino Martín Blas lo entregó en mi presencia al DAO (director Adjunto Operativo de la Policía Nacional, Eugenio Pino) en la sede de la calle Miguel Ángel», ha asegurado.
«Yo supe de que existía la posibilidad de que uno de los antiguos empleados de unos detectives que se llamaban Metodo3 llevaba dos años sin cobrar y este hombre como medida cautelar había hecho copia de todo y a través de alguien de Asuntos Internos me dijo que igual se podía conseguir este pendrive. Yo informé de ello a los responsables, el señor (Ignacio Díaz) Cosidó -era el director General de la Policía bajo gobierno de Mariano Rajoy- y a Eugenio Pino que era el DAO», ha declarado.
Sin embargo, asegura que «a los pocos días» le llamaron a la Dirección General de la Policía. «Allí estaban Pino y Martín Blas con ese pendrive poco más o menos que insinuándome que yo había querido obtener un dinero por un pendrive que Martín Blas había conseguido sin dinero, porque por lo visto, a cambio de aquello no detuvo a ese inspector de policía excedente», ha afirmado. Pino, en su declaración como acusado, dijo que se lo había dado Martín Blas, pero no mencionó a Villarejo.
El nombre de esta agencia de detectives saltó a la palestra cuando desde la Udef se trató de justificar ante la Audiencia Nacional el origen de los documentos sobre los Pujol con el que habían elaborado un informe aportado a la causa que investigaba su fortuna. El juez José De La Mata apreció que en ese atestado faltaban datos esenciales sobre el modo de obtención de la prueba , puso el asunto en cuarentena para no contaminar la instrucción y requirió más información.
Una de las versiones que se le dio es que la documentación estaba en un juzgado de Barcelona que había acordado entradas y registros, pero resultó no ser así. También se le informó de que podía proceder de dos trabajadores de Método3 distintos al mencionado por Villarejo, Julián Peribáñez y Antonio Tamarit, que andaban colaborando con la Policía. Finalmente, el juez concluyó que el origen seguía siendo incierto, pero había suficientes indicios para afirmar que un subordinado de Eugenio Pino, Bonifacio Díez Sevillano, lo entregó a la Udef, y ahí empezó la rueda que acabó poniendo en riesgo su investigación judicial. Ambos están sentados en el banquillo acusados de revelación de secretos, estafa procesal y falso testimonio.
Martín Blas y Método3 niegan su versión
En esta segunda sesión del juicio, ha testificado tras Villarejo el propio Martín Blas, quien niega taxativamente su versión de los hechos. Para empezar, porque «a Ruiloba nunca se le contactó». En cuanto a Peribáñez y Tamarit, les tomó declaración en el contexto de una investigación policial en curso, la «operación Colombo», pero no le dieron ese pendrive como tampoco él se lo entregó a Eugenio Pino. «Lo aseguro. Si a mi me los hubieran facilitado los habría metido en el informe Colombo. Para qué los quiero si no», ha zanjado.
Martín Blas ha detallado cómo supo después qué había ocurrido con aquel pendrive. Según su relato, tanto el director General de la Policía, con quien no llegó a reunirse, como el entonces Comisario General de Policía Judicial José Santiago Sánchez Aparicio y el entonces jefe temporal de la Udef, Manuel García Catalán, mostraron interés por el asunto.
Los dos últimos e dijeron que según Eugenio Pino, ese pendrive lo había aportado él y procedía de Método3. El propio Pino intentó contactarle a través de un tercero para hablar sobre el asunto, pero de acuerdo a la versión de Martín Blas, para entonces ambos habían sido citados ya a testificar en la Audiencia Nacional y se negó a hablar con él del tema.
También el director de Método3, Francisco Marco, ha rebatido la versión de Villarejo, para empezar, porque Riuloba salió sin ningún conflicto de la empresa, no se le dejó nada a deber e incluso se le ayudó cuando dijo que iba a montar su propio negocio. Tampoco manejaría la información que recogía el pendrive porque no había una investigación de este tipo en la agencia. «Es imposible que venga de mi agencia», ha asegurado ante la sección 23 de la Audiencia Provincial de Madrid.
Un libro recogía datos similares
En esta segunda sesión del juicio ha testificado también Álvaro Ibañez Alfaro, el inspector Jefe que elaboró el informe de la Udef con esa información de origen incierto aportado a la Audiencia Nacional. Tras asumir la autoría, ha explicado que nunca puso en duda que la documentación procedía de un juzgado de Barcelona y si bien no estaba identificada la trazabilidad del origen físico de la prueba, no le dio importancia porque asumía que estaba a su alcance pedirlo a ese juzgado en caso necesario.
Tampoco dio importancia al hecho de que esas carpetas contuviesen ingente documentación personal de Jordi Pujol Ferrusola y se centró en los datos económicos. Dio por sentada la veracidad de la información porque se había publicado un libro que recogía datos similares. «Estoy convencido de que el autor de este libro tuvo la misma de información que tuve yo. Pensé, esta información es veraz», ha llegado a afirmar.
Cuando en la Audiencia Nacional se ordenó investigar el origen, hizo «diversas gestiones», pero no lo consiguió esclarecer, más allá de que le hablaban «de alguien a quien se referían como Boni». «Luego supe que se llamaba Bonifacio Díez Sevillano y que era el origen de la información», ha añadido.