Los vídeos acaban con el mito de un secesionismo pacífico
La Generalitat, muy preocupada por la imagen de unas protestas que alienta
Sentencia «procés»: última hora de las protestas y disturbios en Cataluña
Última hora de la manifestación en Barcelona y la huelga de Cataluña en directo
Los vídeos de los altercados en el aeropuerto del Prat han servido, al menos, para que muchos en Cataluña, el resto de España y en todo el mundo hayan visto el auténtico rostro del movimiento secesionista de los CDR, grupos alentados día sí y día también por el presidente de la Generalitat Quim Torra .
[ Sigue en directo los incidentes en Cataluña ]
Sin duda, la primera prueba de fuego fue el lunes, y los mandos policiales están razonablemente satisfechos con el resultado. Es cierto que los sucesos del aeropuerto de Barcelona fueron graves, pero no lo es menos que esta vez las imágenes demuestran con meridiana claridad que toda la responsabilidad de lo ocurrido fue de los radicales, pues tanto la Policía como los Mossos solo actuaron cuando fue estrictamente necesario. En total, en El Prat actuaron unos 15.000 nacionalistas violentos a lo largo de todas las horas en las que hubo incidentes. Ellos pensaban convocar a 50.000, según afirmaban. Además, hubo 131 heridos, el más grave de ellos un joven que perdió un ojo por el impacto de una pelota de goma. Otro sufrió un traumatismo testicular.
Batalla de la imagen
La Generalitat es muy consciente de que esta vez va perdiendo la batalla de la imagen, entre otras cosas porque entre los afectados había muchos turistas a los que ya nadie podrá engañar con el argumento de que se trata de «protestas pacíficas» , y que son las Fuerzas de Seguridad las que actúan con violencia. En el aeropuerto muchas de estas personas renegaban ya de esa visión manipulada de la realidad. Era el fin de la «rebelión de las sonrisas» que tanto les gustaba predicar.
Los días sucesivos van a ser igualmente tensos, aunque el momento crítico se espera para el viernes, cuando se concentren en Barcelona hasta cinco columnas de la ANC que partirán hoy de otros tantos puntos de Cataluña y una sexta de los CDR, que es la que más preocupa en materia de seguridad. Además, todo ello coincidirá con la huelga general convocada para ese día, en el que los secesionistas quieren paralizar Cataluña.
Todas las fuentes consultadas por ABC aseguraron que la coordinación entre los tres Cuerpos de Seguridad -Mossos, Policía y Guardia Civil- está siendo buena - «perfecta en el caso de Barcelona» - y solo surgieron algunas pequeñas discrepancias en otras provincias, sin trascendencia importante. El «entrenamiento» de estos días sin duda va a ser muy importante para las complicadas jornadas que quedan por afrontar.
Por su parte, la portavoz de la Generalitat de Cataluña, Meritxell Budó, declinó ayer condenar explícitamente la violencia que algunos de los manifestantes que acudieron al aeropuerto de Barcelona, convocados por la red social de internet bajo el nombre de Tsunami Democràtic. A preguntas de los periodistas, tras una reunión extraordinaria del gobierno catalán, Budó aseguró que en la Generalitat no conocían «las acciones» del Tsunami, pero compartía «la rabia de la gente» contra la sentencia, que calificó de «venganza» más que de «acción de la Justicia».
La consejera de la Presidencia informó de que los altercados del lunes (que calificó como «incidentes puntuales» ) dejaron la cifra aproximada de un centenar de heridos «víctimas de contusiones», entre manifestantes y policías tanto de los Mossos d’Esquadra como de la Policía Nacional.
Aun así, Budó defendió las cargas de los agentes de los Mossos en el aeropuerto , llegando incluso a señalar que se hicieron para defender a los propios manifestantes. «Los Cuerpos de Seguridad actuaron porque, obviamente, han de actuar cuando hay casos que incluso podían poner en peligro la propia seguridad de los manifestantes», aseguró en una clara contradicción, antes de confirmar que la Generalitat está estudiando «posibles malas praxis» en las actuaciones policiales.
Otra demostración más de que el Gobierno catalán necesita cualquier excusa para poder mantener su discurso «pacifista»
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