Viaje al interior del chinero de Palacio
ABC accede a las alacenas que custodian las 40.000 piezas de vajillas y cristalerías de Patrimonio Nacional
Unas estrechas escaleras de granito que arrancan en la planta principal del Palacio Real y terminan en una entreplanta, entre la tercera y la cuarta, conducen a las habitaciones en las que, a lo largo de la historia, se han conservado los servicios de mesa que han ido utilizando los Reyes de España. Es el chinero de gala de Palacio , donde se h an almacenado las mejores vajillas, cristalerías y cuberterías de cada época , algunas traídas de China y otras encargadas a las mejores fábricas de Europa, como Talavera, Meissen, el Buen Retiro, Alcora, Nápoles, Sèvres, KPM, Nast, Wedgwood, Baccarat, Mosser, La Granja y Pickman, entre otras.

Muchas de esas piezas sucumbieron al paso del tiempo por su fragilidad y los avatares históricos, como el doble expolio de José Bonaparte , que primero mandó fundir parte de las ricas vajillas de plata para cubrir los gastos de la Guerra de la Independencia y después se llevó lo que pudo en su huida a Francia junto a las joyas de la Corona y destacadas obras de arte. Otras, muy valiosas, fueron depositadas en el Museo Arqueológico durante la Revolución de 1868, junto con el corsé que salvó la vida de la Reina Isabel II cuando fue atacada por el cura Martín Merino , y nunca regresaron al chinero.
Actos oficiales
Pero, aún así, en el Palacio Real se conservan en la actualidad más de 40.000 piezas de vajillas, cristalerías y cuberterías que se utilizan en las ceremonias oficiales en las que España debe ofrecer su mejor imagen. Todas ellas se encuentran en el chinero de gala, excepto las piezas únicas o de extraordinario valor artístico o histórico , que dejaron de utilizarse y se exponen en vitrinas, donde son admiradas por el casi millón y medio de visitantes que cada año recibe el Palacio Real.
Algunas de estas piezas proceden del antiguo Alcázar y, a pesar de su fragilidad, pudieron ser rescatadas durante el incendio que destruyó el edificio en 1734. Una de las vajillas más valiosas es la que encargó Felipe V a China , que tenía 2.000 piezas, pero solo se conservan 72.
Es curioso ver cómo, a medida que se iban incorporando nuevas costumbres en España , se iban añadiendo piezas a las vajillas. Así, la moda de tomar el té de Oriente, el café de Arabia o el chocolate de América trajo consigo la aparición de teteras, cafeteras, chocolateras, tazas y pocillos , y la incorporación del champán sumó recipientes de porcelana para enfriar con hielo las botellas.
Cerraduras
Para acceder a los sencillos almacenes abovedados que constituyen el chinero , hay que cruzar varias puertas cerradas con llaves antiguas y, después, dentro de las estancias, las piezas se almacenan en armarios y cajones metálicos que disponen cada uno de su propia cerradura.
Antes, los aparadores eran de madera, pero en 2003 se sustituyeron por otros modernos con mucho menos encanto, pero más eficaces para proteger el menaje del polvo y la suciedad. Con las puertas cerradas, las salas parecen asépticos laboratorios de anatomía patológica, pero cuando se abren los armarios, la habitación se inunda de arte, historia y refinamiento.
El acceso al chinero está muy restringido y nadie en Palacio recuerda que nunca antes se haya mostrado a un medio de comunicación. De hecho, apenas hay referencias al mismo en el archivo de ABC ni menciones en el resto de la prensa española, ya sea histórica o contemporánea.
Nos lo muestran sus responsables, José Manuel Montilla y Javier Hernández , que acumulan la sabiduría histórica que les transmitió su predecesor, José de las Heras , quien murió en 2015 tras 45 años de servicio en Patrimonio Nacional.
Cero humedad
En el chinero de gala hay grandes fregaderos porque todas las piezas se lavan cuidadosamente a mano, y una especie de gran cajón metálico con tapa lleno de serrín sintético , donde se entierran las piezas de plata o de plata sobredorada, una vez lavadas y secas, para eliminar cualquier residuo imperceptible de humedad, que sería fatal para el metal. Los cubiertos se guardan en cajones, envueltos en suave fieltro , con etiquetas que los identifican –tenedores de Alfonso XII , cubiertos de pescado de Alfonso XIII ...–; los saleros-pimenteros, que eran de Isabel II, se conservan en cajas de madera con habitáculos individuales, y las vajillas y cristalerías –varias del reinado de Don Juan Carlos – se acumulan en las baldas de los armarios.
Allí aguardan hasta que se celebre una nueva cena de gala y vuelvan a cumplir su misión histórica: dar brillo y solemnidad a la mesa de los Reyes en las más importantes ceremonias de Estado.
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