Salvador Sostres
La última resaca
![Antonio Baños y otros miembros de la CUP](https://s1.abcstatics.com/media/espana/2015/12/26/48389057--620x349.jpg)
Esto no es un acuerdo, ni un preacuerdo ni es nada. El plan de choque social y demás medidas de nombre ampuloso y de concepto vacío no son más que cursilerías para ganar tiempo, para justificar un posible acuerdo con «la derecha», y para lucir prestigio colectivista del modo más cínico, porque cualquiera que no sea idiota se ha dado cuenta de que, tanto en Cataluña como en el conjunto de España, el debate ya no está en el eje izquierda/derecha sino en la tensión territorial.
Y en cualquier caso, la CUP no es un partido sino una organización sectaria que no tiene ningún proyecto concreto que no sea bombardear el sistema, un poco a través de la demolición burguesa y sobre todo a través de la independencia. Especular con lo que harán estos chicos el domingo es absurdo, y estéril. Depende más de la última resaca que de cualquier argumento. Su decisión estará basada mucho más en el prejuicio y en el resentimiento que en la razón. El tam-tam selvático les llama. Oscuro es su deseo, y oscura su efervescencia.
Hay dos argumentos con los que las distintas facciones de la cúpula anticapitalista intentan dirigir el cotarro asambleario. El primero, pueril, es que hay que aprovechar el desgobierno en España para investir a Mas y actuar rápidamente en favor de la independencia, ahora que el Estado está débil. El problema de este argumento es que no es cierto porque el Estado está fuerte y preparado, gracias a las últimas reformas legales de Rajoy que a algunos, por cierto, tanto irritaron. El Estado tiene todos los mecanismos a su disposición para acabar con el independentismo y arrasar a los independentistas.
El segundo argumento, más veraz, y más plausible, es que tras los resultados del pasado domingo, si la CUP fuerza la repetición de las elecciones, probablemente la izquierda sea mayoritaria en Cataluña en general y particularmente en el ámbito independentista.
Pero a pesar de ser, este último, un argumento de peso, estratégico, y poderoso, es una locura pensar que lo que 4.000 cerveceros de patata/camión voten o no voten en su siniestra asamblea va a responder a un criterio razonable, a una lógica, y ya no digamos a una inteligencia. Dicho de otra manera: es mucho más humillante para Mas que su presidencia dependa de estos inconcebibles muchachos que no que al final decidan echarlo a patadas.