Salvador Sostres - TODO IRÁ BIEN
La última mentira
La vieja Convergència dijo ayer su última mentira, y la dijo su representante más zafio, para certificar con su grotesca estampa el fin de una era. Quico Homs organizó un sonrojante circo mediático haciéndose el patriota, y llegó a decir que acudía al Supremo a declarar «en nombre de un país». Para escenificar su desafío, se presentó ante el juez con un pin de la estelada, que es exactamente lo que yo haría si quisiera burlarme de los independentistas. Lo más ridículo de este caso es que Homs, Más y los demás encausados por la patochada de aquel 9 de noviembre, no sólo no celebraron ningún referendo sino que pretendieron engañar a los soberanistas de buena fe, haciendo la parodia de la democracia con lo que fue no más que un simulacro que ellos mismos se encargaron de vaciar de contenido político, creyendo que así conseguirían el doble objetivo de que la Justicia no les persiguiera y que los suyos les aclamaran, contentos y engañados, como a auténticos héroes.
Nada de esto sucedió, porque demasiadas veces los nacionalismos ignoran la implacable garra del los Estados cuando se les impacienta; y porque los votantes abandonaron paulatinamente a Convergència, que de calamidad en calamidad se ha ido quedado sin espacio electoral y hasta sin nombre. Hay que decir también que señor Quico, haciendo honor a la más barragana tradición convergente, en la que todo es mercadeable, intentó salvarse del juicio de ayer pactando con el PP la Mesa del Congreso. No sabemos si a aquellas reuniones acudió también «en nombre de un país» y con el pin de la estelada.
La comedia de ayer, que nadie se creyó, fue la última mentira convergente para mantener viva la farsa del 9N, que es a lo único que Mas puede aferrarse para justificar su carrera política. En este sentido, el expresidente está intentando por todos los medios que Puigdemont no asuma el referendo unilateral por la independencia que exige la CUP, porque sería reconocer que lo del 9N fue un burdo engaño.
Después de haberse cargado CiU, la hegemonía política de Convergència, la propia Convergència, el nombre del nuevo partido, y de haber renunciado a cambio de nada a la presidencia de la Generalitat, dejándose humillar por unos okupas rabiosos, Mas y Homs intentarán ahora salvar su legado tratando de mantener a flote la más escandalosa de sus patrañas.
Y como con todo lo que han manoseado, acabarán provocando un hundimiemto incluso más cruel del que querían salvarse.