Trajes de «astronauta», perros y un robot con cañones: así neutraliza la Policía un atentado terrorista
Las unidades especiales del Cuerpo han mostrado sus operativos en un simulacro celebrado en la antigua bolera de San Lorenzo de El Escorial
Aunque Daesh, el grupo terrorista que más daño está haciendo en Europa en la actualidad, no ha atentado todavía en España, las Fuerzas de Seguridad del Estado no subestiman la amenaza real que supone el autodenominado Estado Islámico. Tampoco el de otras organizaciones radicales, por eso Interior ha mantenido desde los ataques en Túnez la alerta antiterrorista en nivel 4, tan solo un punto inferior al de mayor riesgo, que implica un peligro inminente. El país está preparado para reaccionar, y así lo han demostrado los 60 agentes del Cuerpo de la Policía Nacional que han participado en un simulacro terrorista enmarcado en uno de los cursos de verano de la UCM.
La antigua bolera de San Lorenzo de El Escorial se ha convertido en una especie de escenario de película. La ficción se ha adueñado de la realidad, y la acción, como suele, ha comenzado con espectáculo y mucho ruido.
Miércoles, 19.00 horas . Una papelera situada en el centro de El Parque explota. El estruendo, dicen las malas lenguas, ha despertado hasta a Felipe II . Balance: dos heridos, uno inconsciente. «Estamos ante un atentado terrorista», confirma María Fernández, portavoz del Cuerpo, la encargada de orientar la actuación policial ante los atentos vecinos que rodean el«escenario». Activados por la amenaza, se efectúa el despliegue de las cinco unidades especializadas.
Los primeros en llegar al lugar son las radiopatrullas, conocidas en el argot policial como «Z». Les siguen las Unidades de Intervención Policial (UIP), que acordonan la zona y establecen el perímetro, asegurando el terreno para los sanitarios, que se llevan en camilla a una de las víctimas .
A partir de ahí, con los ciudadanos a salvo del altercado, se suceden el resto de unidades especiales, coordinadas en todo momento por el jefe del dispositivo. El cuerpo de Guías Caninos envía a dos pastores alemanes para que localicen un segundo artefacto sospechoso . Rosy, la primera, hace gala de su condición de novata y se despista un par de ocasiones antes de encontrar la mochila. Tiene 4 años. Matraz, que le dobla la edad, demuestra en cambio su veteranía, olfatea la bolsa, y adopta la actitud «pasiva», tumbándose como señal de que ha encontrado su objetivo .
Y de los canes, al espacio. Precedidos por su particular Wall-E, un robot de seis ruedas, entran en acción los TEDAX-NBQR (Técnico Especialista en Desactivación de Artefactos Explosivos y especialistas en riesgos Nucleares, Radiológicos, Bacteriológicos y Químicos). Equipado con cinco cámaras generales y dos de posicionamiento con zoom, el robot pone la pausa y se desplaza lentamente, elevando su brazo telescópico. Con un alcance de tres metros y medio, no busca y recoge basura, como en la película animada, sino «neutralizar» una bomba . La herramienta principal de trabajo de los TEDAX, fabricada con «un acero de especial resistencia» y armada con dos cañones, abre fuego contra el artefacto. Su proyectil, un chorro de agua a presión «capaz de atravesarnos el cuerpo», hace que la mochila salte por los aires.
El escenario sideral continúa, y aparece un astronauta. Ataviado con un traje de alta protección de 40 kilos, el Técnico separa los componentes que contenía la mochila. El agente que se encarga de explicar su función explica que el traje, que somete al policía a «estrés térmico» a partir del cuarto de hora, le permite resistir una explosión menor, pero no la de un coche bomba , que le costaría la vida.
La sirena del Cuerpo suena arbitrariamente, y anuncia a los «CSI españoles» . Así se conoce a la Policía Científica que, ataviada con trajes blancos, guantes, mascarillas y tecnología puntera, inspecciona los restos desprendidos de los objetos detonados, establecen cuadrículas y recogen las evidencias con las que pretenden identificar el tipo de explosivo y al grupo terrorista, y que finalmente le entregarán al juez.
Mientras un helicóptero coordinado con los cuerpos terrestres sobrevuela el lugar del incidente, la unidad más desconocida entra en juego. Se de trata los Subsuelo, que complementan la actividad policial de superficie. Se cuelan en las alcantarillas con ayuda de un trípode y un arnés e inspeccionan las redes subterráneas .
El simulacro finaliza como no lo haría un atentado , con sonrisas y aplausos en lugar de caos y desolación. Mejor así. El Escorial vuelve a la normalidad, quizá más tranquilos, sintiéndose seguros.