Torra aguanta, Sánchez concede

El presidente de la Generalitat, tras la avalancha de gestos de La Moncloa, responde que «no renuncian a ninguna vía» para lograr la secesión. Sánchez activa relaciones con Cataluña pero Torra insiste en el referéndum

Víctor Ruiz de Almirón

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Festival de gestos y tupido velo sobre el pasado. Acuciados cada uno de ellos por su propia realidad, Pedro Sánchez y Quim Torra escenificaron ayer la «normalización» de las relaciones entre el Gobierno central y la Generalitat . Una y otra parte se conforman con mucho menos de lo que desearían.

El resultado fundamental de la reunión es que se sale de la misma con voluntad de mantener un nuevo encuentro, y que tendrá lugar en Barcelona, por invitación de Torra, «en cualquier momento», dijo la vicepresidenta del Gobierno, Carmen Calvo, que compareció en La Moncloa al término de una reunión que se prolongó durante dos horas y media. Un encuentro que ambos mandatarios terminaron con un paseo de quince minutos por la residencia del presidente del Gobierno. Un recorrido que, por petición del presidente catalán, terminó en la fuente de Guiomar ubicada en los jardines del Palacio de la Moncloa y que era el lugar de las citas secretas entre Antonio Machado y Pilar de Valderrama, Guiomar.

Paseos en el jardín y tuits desde Moncloa en catalán que hicieron que por ninguna de las partes se quisiera comentar después los tiempos en que Sánchez se refería a Torra como un xenófobo y como la encarnación del discurso de Le Pen en nuestro país. «Hemos de darnos una oportunidad, constructiva y generosa, para rehacer lo destruido», indicó Carmen Calvo. El presidente Sánchez considera la reunión como el «punto de arranque constructivo para la normalización de las relaciones» .

Se vende por ambas partes un deshielo que tiene el aterrizaje más sólido en la reactivación de comisiones bilaterales. Entre estas se encuentra la Comisión bilateral entre Estado y Generalitat, que no se reúne desde 2011. La ministra de Política Territorial y Función Pública, Meritxell Batet, será quien presida la representación del Gobierno en los trabajos que comenzarán «cuanto antes» pero que todavía no tienen fecha. También se reactivan las reuniones de la Comisión mixta de Asuntos Económicos y Fiscales; la Comisión bilateral de Infraestructuras, y la Comisión mixta de Transferencias. Ahí se desarrollará el nudo gordiano de las posibilidades de acuerdo, que el Gobierno enmarca en un punto clave: «Ahí hablaremos de cumplir el Estatut de Cataluña» . Moncloa quiere que esto sirva como primer paso para que la Generalitat vuelva a órganos multilaterales como la Conferencia de Presidentes o el Consejo de Política Fiscal y Financiera. Carmen Calvo también anunció que el Gobierno levantará los recursos ante el Tribunal Constitucional que se refieran a cuestiones sociales como el cambio climático, la pobreza energética y la universalización de la sanidad.

«Mejor de lo esperado»

Fuentes de Moncloa explicaron después que la autodeterminación no fue un asunto central de la reunión, algo que Torra vendría a rebatir después. Pero en cualquier caso desde el equipo del presidente se tenía ayer la sensación de que todo había ido «mejor de lo esperado» y con la sensación de que «se emprende un nuevo camino». Una sensación que no cambió tras escuchar a Torra, de quien no esperaban que públicamente renunciará a sus planteamientos máximos. Pero sí constatan que el independentismo «no está en estos momentos en la vía unilateral». Dentro de la cordialidad, los dos asuntos que Torra planteaba como cuestiones centrales fueron rechazados por Moncloa: «No hay posibilidad del derecho de autodeterminación, porque eso no existe en un país democrático», dijo Calvo, que también rechazó el planteamientos sobre los independentistas en prisión: «En España no hay presos políticos y el president lo sabe».

Partir de máximos

La satisfacción con la que el Gobierno valoró el resultado de la reunión contastaba con la posición reiterada por Torra al finalizar el encuentro: la Generalitat y el independentismo no se apean de sus objetivos rupturistas, sin renunciar a ninguna vía, incluida la de la unilateralidad. «No vamos a renunciar a nada. El debate es cómo afrontamos políticamente el ejercicio del derecho de autodeterminación de Cataluña» , apuntó Torra desde el centro Blanquerna de la Generalitat. Se respondió él mismo: votando en un referéndum, algo que, no obstante, no llegó a plantear de manera directa a Sánchez.

Aunque partiendo de máximos –«el Govern no renuncia a ninguna de las fórmulas para llegar a la independencia», dijo–, sí se advirtió en Torra cierta contención en las formas y un esfuerzo en valorar los puntos de encuentro, como la España «nación de naciones» que le reconoció el propio Sánchez , o el hecho de que el Gobierno afronte la crisis catalana como «un problema político que requiere soluciones políticas».

La valoración que en el campo independentista se hizo del encuentro fue la mejor demostración de la división imperante: el secesionismo más hiperventilado, instalado en una República que solo es virtual, no tardó en atacar a Torra por autonomista. Los CDR llegaron a pedir su dimisión, mientras que la ANC, sin atacarle directamente, recordó que el derecho a la autodeterminación es irrenunciable . ERC y el PDECat celebraron que se recupere el diálogo. Cada semana que pasa sin que haya un cataclismo ya es una victoria, se conforman los más pragmáticos.

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