Sangre en el móvil y un incidente en el último bar orientan la desaparición del joven de Badajoz a un crimen

Varios testigos lo sitúan en un local distinto al que se barajó al inicio donde tuvo un rifirrafe en apariencia menor

La Policía ha peinado zonas marginales de la ciudad en busca de pistas

Efectivos de Cruz Roja buscan a Pablo en el Río Guadiana Hoy | Vídeo: Atlas

Esta funcionalidad es sólo para registrados

Una semana sin noticias en una desaparición ya son malas noticias. En el caso de Pablo Sierra , el estudiante de Matemáticas al que se perdió la pista la madrugada del jueves día 2 en Badajoz, el paso de los días ha orientado la investigación hacia un crimen. Dos son los motivos: uno que el móvil del joven de 21 años hallado junto al río Guadiana tenía restos de sangre ; y dos que varios testigos lo sitúan en un bar de copas de la calle Arco de Agüero -un lugar distinto al que se pensaba inicialmente- y a una hora más tardía. Allí, tuvo un rifirrafe con otro cliente con el que chocó de forma casual y al que se le cayó su teléfono, según confirmaron a ABC fuentes de la investigación.

Las primeras informaciones apuntan a que el incidente no fue a más, al menos dentro del local. Pablo le pidió perdón y se ofreció a pagarle la reparación. Los dos chicos se intercambiaron los teléfonos y el joven se marchó sin más. Varias personas han confirmado el episodio.

La familia de Pablo descartó desde el principio que se hubiera ido voluntariamente, pero la Policía abrió todas las hipótesis. Pablo y su hermano mellizo Raúl, estudiante de Medicina, viven en la misma residencia a unos siete kilómetros de Badajoz. Fue Raúl el primero que se alarmó el viernes 3 al no encontrar a su hermano. Ambos se iban a marchar a su pueblo, Zorita, en Cáceres, a pasar el puente de la Constitución. Llamó al móvil de Pablo y una voz contestó al otro lado de la línea.

El teléfono lo había encontrado tirado en una zona de difícil acceso junto al río Guadiana un oficial del Ejército del Aire jubilado mientras paseaba y fue este hombre el que avisó a la Guardia Civil. Horas después Raúl denunciaba la desaparición de su hermano. Desde esa misma tarde empezaron a buscarlo. La investigación la asumió la Brigada de Policía Judicial del Cuerpo Nacional de Policía.

Búsqueda sin descanso

Por un lado, se organizó una búsqueda mantenida hasta el lunes con batidas por tierra, aire y en el río para las que se pidió ayuda al GEAS de la Guardia Civil, y participó Protección Civil y Bomberos; por otro, la investigación se encaminó a la recogida de declaraciones de testigos, examen del teléfono (que continúa), las antenas con las que se conectó y cámaras de vigilancia. Además se pidieron muestras de ADN del desaparecido.

Un amigo de Pablo Sierra lo situó en un bar de la calle Zurbarán, en el casco histórico de la ciudad, hasta alrededor de las dos de la madrugada. Luego, según este testigo, lo acompañó un tramo cuando decidió marcharse y él regresó al bar. Sierra pensaba dirigirse a la residencia en la que vivía y a la que nunca llegó . Más tarde, otros dos testigos, detallaron a los agentes que el joven acudió a otro local de copas en la calle Arco de Agüero, a unos 900 metros del lugar anterior. Fue en este lugar donde se produjo ese incidente menor.

A partir de ahí, todo son sombras. Los agentes están trazando el recorrido que pudo seguir el joven estudiante y comprobando si salió acompañado de alguien, fue seguido o le salieron al encuentro. El lugar donde se halló su teléfono está apartado del recorrido lógico que debería haber hecho para volver a la residencia o para seguir de marcha esa noche. De hecho, no lleva a ninguna parte, salvo al río donde se ha buscado sin resultado. Alguien pudo conducirlo hasta ahí en coche o llegar hasta ese punto para deshacerse del móvil, una hipótesis poco lógica porque dejaron el teléfono encendido y a la vista. El juez instructor ha decretado el secreto de las actuaciones y no ha trascendido qué pudo suceder más tarde.

La familia de Pablo -sus padres son médicos en Cáceres- lo califica como un «chico diez», pero los agentes indagan en las zonas de sombra sin que se sepa si podía tener alguna cuenta pendiente con alguien ajeno a su entorno habitual o bien fue víctima de un ataque por sorpresa, por ejemplo para robarle. Ninguna de sus pertenencias, salvo el teléfono ha aparecido . Los investigadores, además de revisar cámaras, centrarse en la vida del joven y buscar testigos, han peinado zonas marginales de la ciudad por si la víctima hubiera tenido alguna relación con esos ambientes. Al otro lado del río hay un poblado en el que tampoco se ha encontrado nada relevante.

El teléfono del joven puede encerrar muchas claves. Las manchas, aparentemente de sangre, se detectaron desde el principio y se están analizando por Policía Científica, así como los contactos, mensajes y redes del estudiante de Matemáticas. Si en su vida había zonas de sombra, estas eran desconocidas para su familia. Pudo cruzarse con alguien o que lo siguieran. De momento, todo son incógnitas que se estrellan contra el paso de los días.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación