El Supremo ratifica 23 años de cárcel para un hombre que abusó durante 35 años de su cuñada y la dejó embarazada

Desde que la víctima tenía 9 años se obsesionó con ella y anuló completamente su voluntad logrando su sumisión con maltrato físico y psicológico, lesiones y agresiones sexuales

La mujer no se atrevió a denunciar los hechos hasta casi cuatro décadas después, animada por su hijo y tras un nuevo episodio de amenazas

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El Tribunal Supremo ha confirmado la condena a 23 años y medio de cárcel impuesta a un hombre por delitos continuado de agresión sexual, maltrato habitual, lesiones psíquicas y amenazas durante 35 años a su cuñada, a quien dejó embarazada. La Sala de lo Penal desestima así el recurso del condenado contra la sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Asturias que a su vez había confirmado el fallo de la Audiencia Provincial de Oviedo, que le impuso la citada pena de prisión, así como el pago de 72.000 euros a la víctima (32.000 por las lesiones psíquicas y 40.000 por daño moral) por dichos delitos, con las agravantes de discriminación por razón de género y de parentesco.

Los hechos probados de la sentencia recurrida recogen que, tras casarse con una hermana de la víctima en 1980, el acusado se trasladó a vivir a casa de sus suegros, donde residía su cuñada, que entonces tenía 9 años, y a la que convirtió en «objeto de su obsesión». Desde el inicio de la convivencia y de manera sostenida en el tiempo, llevó un control férreo sobre la niña que se proyectaba sobre las facetas de su vida, provocando en ella una situación permanente de miedo y tensión, que la llevó a una sumisión absoluta a los deseos del acusado, creyendo que así podía aplacar su agresividad y evitar que causara daños a los miembros de la familia.

Así, eran constantes las humillaciones, desprecios, insultos, empujones, zarandeos y golpes que el acusado propinaba a la menor, como cuando le dio una patada en la cara y le dijo que si se matriculaba en el instituto firmaba su sentencia de muerte. Cuando ésta tenía 12 años, comenzó a realizarle tocamientos y, posteriormente, con 14 años, comenzó a tener relaciones sexuales completas, a las que la víctima no accedía, aunque decidió someterse a los deseos del acusado ante el temor que le inspiraba. Con 17 años se quedó embarazada, ocultando el embarazo y el nombre del progenitor por miedo a su reacción. Los hechos probados detallan que con un simple gesto ella acudía donde él le ordenaba, agachando la cabeza y se dejaba hacer, presionada y atemorizada por las consecuencias de una negativa.

No fue hasta 2018 cuando la víctima, apoyada por su hijo, que tomó las riendas, decidió denunciar los hechos después de que el acusado debido a una «toma errática» de su medicación sufriera un aumento de episodios violentos, insistiendo en que iba a liquidar a ella y a todos sus familiares. Como consecuencia de todo lo ocurrido, la víctima sufre estrés postraumático de tipo crónico con graves síntomas de estado ansioso-depresivo que requiere tratamiento psiquiátrico y psicológico.

La Sala coincide con la sentencia recurrida en que existió prueba de cargo suficiente contra el hombre y que esta se practicó en el juicio con totales garantías. La declaración de la víctima fue sincera y contundente y contestó a las preguntas que le fueron formuladas en forma persistente y detallada, con coherencia y homogeneidad respecto de las declaraciones que prestó a lo largo de la instrucción. Los magistrados recuerdan, además, que la sentencia recurrida ya descartó el resentimiento o venganza como elementos que pudieran empañar su credibilidad y prueba de ello es que no denunció los hechos hasta hace tres años cuando el condenado le profirió una amenaza que provocó que su hijo tomara cartas en el asunto convenciéndola para denunciar. Además, la hermana de la víctima y exesposa del acusado, el hijo de la víctima y el acusado, las hijas del acusado y un funcionario de la Guardia Civil corroboran el testimonio de ella. El acusado, por su parte, no ofreció ningún relato mínimamente creíble.

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