Crimen en Vitoria

«Vi un serrucho, los dientes y cinco o seis litros de sangre»

El hombre que avisó del brutal crimen de Vitoria habla con ABC: «Llevo dos noches sin dormir»

El presunto asesino es conducido el martes a la vivienda donde presuntamente ocurrieron los hechos EFE
Pablo Pazos Seoane

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«Llevo dos días sin dormir».

La confesión surge de pronto y de imprevisto, después de las preguntas de rigor: «¿Conocías al asesino? ¿Y a la víctima?». Estamos en la calle Nueva Dentro, en el casco antiguo de Vitoria, donde el pasado miércoles un hombre de 43 años, Chema C., presuntamente asesinó a una conocida suya, Marga , de 60, tras una de sus habituales discusiones. En el historial de ambos, largos años de consumo de drogas. El supuesto homicida, que ayer ingresó en prisión tras comparecer ante el juez , confesó los hechos el lunes: que mató a la mujer en su vivienda con un mazo pequeño, la descuartizó con una sierra y en días posteriores trasladó los restos, en una maleta, hasta el río Zadorra, en un macabro ir y venir de la almendra medieval a las afueras, al barrio de Abetxuko. Una secuencia difundida desde el Departamento vasco de Seguridad. La Ertzaintza halló los restos a lo largo del día siguiente, martes.

Si se supo lo que ocurrió ese lunes y no después fue precisamente por la intervención de quien revela a ABC que no consigue conciliar el sueño. Prefiere que no se publique su nombre. Aduce que tiene «un juicio» en breve y no quiere complicaciones: «No estoy para meterme en jaleos». Pero al mismo tiempo no pone ningún reparo en compartir lo que, según él, ocurrió. Cómo descubrió que Chema, al que apodan el «Largo» por su estatura , había asesinado a Marga, a quien también conocían de sobra en el barrio, especialmente por sus gorros y su forma de caminar.

Todo comenzó, siempre de acuerdo con su versión de los hechos, por una cría de gato. « Le pagué 50 euros para que me lo cuidara y me lo estranguló . Me dijo que se había muerto sola. La mató porque ya no subimos a su casa. No nos gusta, va gente que no conocemos, mala gente», rememora. Sin rodeos, rememora que le golpeó: dos puñetazos. «Le rompí la boca porque pagúe 100 euros por la gata y la mató».

Aunque admite que ahora «para mí ya no es nadie», hubo un tiempo en que fueron «íntimos». Se conocen, asegura, «desde niños», si bien él es unos años mayor que el presunto asesino. El lunes, tras su refriega, decidió «pedirle disculpas». «Es un borracho, me daba pena». Nunca pudo sospechar lo que se iba a encontrar en el piso del número 14 al que había accedido en otras ocasiones: « Le quedaba el serrucho, los dientes y 5 o 6 litros de sangre . Para mí que había 10. En la cama, un colchón de matrimonio», desvela. Otro amigo, asegura, llegó a ver el cuerpo al completo. Pero ese amigo, dice, no quiere hablar.

Él si habla, como si necesitara compartirlo y sacarlo de dentro. El presunto asesino, recuerda, se mostraba «muy frío» mientras comentaba cómo había golpeado a la mujer y causado su muerte . « Salí temblando, en shock. Aún estoy que me cuesta creérmelo ». Pese al impacto, tuvo la lucidez necesaria, el instinto de supervivencia de pensar: «Al verlo, puedo ser un cómplice». En ese punto decidió pedir consejo a su hermano y fue éste quien comunicó el macabro hallazgo a la Policía vasca. «Mi hermano, al principio, no se lo creía». El mismo sentimiento de incredulidad que atenazaba el martes, cuando se supo lo ocurrido, a los vecinos de esta calle pequeña y estrecha, a solo unos metros, a pie, de la céntrica plaza de la Virgen Blanca y del Ayuntamiento.

«Mezclaba trankimazines con bebida»

El testigo todavía añade nuevos detalles en su relato, que salta de un punto a otro en una línea temporal que arrancó el miércoles 15 y se cerró justo una semana después, el 22, ya con el presunto asesino entre rejas. Un destino al que estaba abocado por su propia conducta: por lo que indica a ABC quien fue íntimo amigo suyo, en la calle Nueva Dentro no solo se le vio con la maleta con la que transportó el cadáver entre el jueves y el sábado, lo que indujo a algunos a pensar que finalmente le habían echado de su casa; sino que, al parecer, reveló a quien quiso escucharle lo que había hecho .

«Es un bocachancla», apostilla este hombre desde el anonimato que solicita. Un calificativo casi cariñoso en comparación con el resto del semblante que traza. «Mezclaba trankimazines con bebida, eso es una bomba». ¿Es cierto que Marga también consumía drogas? «Consumía de todo, como él. Politoxicómanos». Confirma que entre ambos había una relación de amistad, no afectiva, como avanzó el martes el Gobierno vasco, y aunque subraya que ella «se enfrentaba a los hombres», es de Chema de quien aporta nuevos episodios turbulentos que ayudan a comprender un poco mejor lo ocurrido. « Ha venido muchas veces la Policía. Bajaba con la katana . No podía entrar en los bares». Más adelante añade: «No quería ayuda, no comía nada».

Otros vecinos han relatado a este diario que la calle Nueva Dentro y por extensión el barrio son ahora más tranquilos, menos problemáticos. El responsable de destapar el crimen que ha sacudido a Vitoria -y traído al recuerdo la muerte, en enero, de una niña de año y medio arrojada por la ventana por un hombre que pudo abusar de ella- discrepa: « Por la noche siempre hay locos. He visto por una lata de cerveza abrirse la cabeza ». Él, asegura, está deseando poner tierra de por medio y mudarse lejos del casco viejo.

Todavía aporta una reflexión sobre el presunto asesino que, a estas alturas, se antoja trágicamente irrelevante: «Si no fuera por las pastillas, es un chaval muy noble».

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