Salvador Sostres

La segunda vuelta

Salvador Sostres

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En un gag memorable sobre el infierno, fácil de encontrar en Youtube, Rowan Atkinson encarna al diablo y separa por grupos a los condenados. Cuando llama a los ateos les dice: «You must be feeling a right bunch of nitwits» (Os debéis estar sintiendo unos idiotas).

Es lo que les debe estar pasando a socialistas y Ciudadanos. Podemos se consolida como la nueva izquierda y entiende que su prioridad es zamparse el espacio electoral del PSOE. Ciudadanos, que pinchó el 20 de diciembre con aquella narcisista campaña de Albert Rivera, ha perdido la centralidad estos dos meses, mostrado sus cartas entre oportunistas e izquierdistas, y creyéndose Rivera más listo que Rajoy, el presidente del Gobierno no sólo le ha sobrevivido sino que está en perfecta disposición de volver a ganar las elecciones y de forzarle la virtud hasta que le sirva prácticamente gratis su apoyo.

Como los ateos en el infierno, los que dieron por finiquitado a Rajoy tendrán los próximos meses curiosos aterrizajes en la realidad. De tanto jugar a la frivolidad, de tanto no creer en nada, de tanta pereza intelectual e incapacidad para reformularse; de tanto odio guerracivilista e irracional a la derecha, la izquierda española se ha dejado arrastrar por el populismo totalitario y Pedro Sánchez, que ya en diciembre hundió al PSOE, conseguirá en junio que Pablo Iglesias sea el nuevo referente de la izquierda, en un pésimo negocio para sí mismo, para Ferraz, y para los que toda la vida creemos en el modo de vida occidental.

De tanto querer «matar» a Rajoy, Rivera ha acabado desfigurado en el espejo, se la han visto las costuras del modo más descarnado, y los que en algún momento pensaron que Ciudadanos era el Podemos de derechas van a tener que pensárselo dos veces antes de volverle a votar.

Las elecciones del 26-J van a ser como aquella segunda vuelta francesa entre Chirac y Le Pen, en que la izquierda votó masivamente al candidato de la derecha para salvar la República. En España no hay segunda vuelta pero sí dos únicos modelos de Estado, de sociedad y de convivencia: el bolivariano con el que Podemos pretende iluminarnos y el europeo, y civilizado que, con todos sus defectos, el Partido Popular defiende y mantiene a flote.

Lo demás son estos chicos presumidos y flácidos, capaces de cualquier irresponsabilidad con tal de poder seguir jugando a los espejos, y que han aprendido que Dios existe haciendo cola en el infierno.

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