Secuestran y torturan a un matrimonio para robar su casa

La UCo acaba con la banda de policías «Full»

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Chalecos antibalas policiales, uniformes de Guardia Civil y Udyco, pistolas, caretas, placas, matrículas falsas. El atrezzo era perfecto y la saña con la que se empleaban, insólita . «Os vamos a matar», amenazaron a un matrimonio al que tuvieron nueve horas encerrado en un contenedor marítimo. Antes los torturaron .

La Guardia Civil acabó con la organización tras un año al borde del infarto, con vigilancias de 24 horas en plena pandemia. Seis españoles asentados en Madrid y Toledo están ya en prisión, acusados de tentativa de homicidio, secuestro, torturas y robos con violencia. Eran ladrones de joyas y dinero bajo una apariencia de vidas familiares. La operación Río Lobos de la Sección de Delincuencia Organizada Contra el Patrimonio de la UCO y la Policía Judicial de la Comandancia de Segovia empezó tras la denuncia presentada por un matrimonio español que relató un secuestro espeluznante después de pasar por el hospital.

El 19 de enero del año pasado volvían a casa tras pasar el fin de semana fuera. Viajaban en coche por la provincia de Segovia cuando los paró un grupo de supuestos policías, equipados y armados. Lo que parecía un control (llevaban incluso rotativos policiales en un vehículo) eran unos bandidos que los metieron a cada uno en un coche, a punta de pistola, con una máscara en los ojos, y los condujeron durante casi dos horas por carretera hasta arrojarlos y encerrarlos en un zulo, un contenedor de mercancías. Ahí se sucedieron las palizas y las torturas para que les dijeran dónde escondían las joyas y el dinero en su casa (él es un empresario de la construcción), cuáles eran las claves de las alarmas y de las cajas de seguridad.

Cuando lograron el botín, los soltaron tras insistirles en que los matarían. La Guardia Civil logró reconstruir el itinerario de los captores en esos coches, un viaje de más de 200 kilómetros siguiendo cada uno de los posibles recorridos por carretera desde Segovia a Toledo. Ese croquis endiablado y un rosario de gestiones complementarias dieron resultado al cabo de medio año. El contenedor y una casa de madera al lado estaban en una finca de Fuensalida (Toledo) y pertenecía a uno de los captores. Supieron entonces que estaban ante un grupo organizado y rocoso, de más de cuatro personas cuando actuaban con unas funciones delimitadas con disciplina militar: selección de víctimas y escenarios, coches, vigilancias y valoración del botín potencial . «Es una organización horizontal donde no hacía falta jefe. Dos de ellos tienen antecedentes policiales graves, incluido un homicidio», explican fuentes de la investigación. Con todos identificados, las vigilancias revelaron que iban a dar un gran golpe contra una empresa de material informático y electrónico dedicada a la logística y distribución en el que se harían con un «botín» estimado de más de catorce millones de euros , según la previsión de sus integrantes.

Ese palo incluía el secuestro del vigilante de la empresa. Y aquí llega la única noticia positiva relacionada con la pandemia. La banda abortó el golpe por el confinamiento y los controles, una circunstancia -dice la Guardia Civil- «que ha condicionado de forma muy importante la investigación» . Los sospechosos estuvieron inactivos muchos meses pero los investigadores no los perdieron de vista ni un momento por si actuaban de nuevo. «Con todo el mundo encerrado en su casa, era muy complicado pasar desapercibidos, que no nos detectaran. A eso había que sumar que algunos agentes también dieron positivo y hubo que cambiar equipos y reforzar. Todo jugaba en contra», dice uno de los responsables de la operación.

Cuando se cumplió un año del secuestro del matrimonio, con el Covid-19 y sus servidumbres de movilidad activas, los agentes decidieron intervenir y detuvieron a los seis implicados en Madrid, Móstoles, Illescas y Torrijos (Toledo) . Cuatro son los autores del secuestro, traslado y torturas del matrimonio. Los otros dos son los «santeros», los que les dieron la información de las víctimas y las pusieron en el punto de mira. Se les considera coautores. «Sin su participación el hecho no se habría producido », señala la UCO. Son dos empresarios del círculo del matrimonio y no había ninguna enemistad.

Los seis ingresaron en prisión hace unos días. «Cuando les conté a las víctimas que ya estaban en la cárcel, se pusieron a llorar como niños. Están destrozados. Las secuelas psicológicas son terribles. Cambiaron de casa, luego volvieron… lo peor ha sido enterarse de quienes dieron la información a los secuestradores. No eran de su círculo íntimo pero sí se conocían mucho», detalla uno de los investigadores.

Dispararon a un guardia al cuello

Se llevaron a cabo 6 registros domiciliarios. En uno de ellos, en Móstoles, el sospechoso disparó a la Guardia Civil. El proyectil «milagrosamente», dicen, sólo rozó el cuello de un agente de la UCO. Se han intervenido dos armas cortas de fuego y una escopeta con los cañones recortados, todas aptas para hacer fuego real, así como abundante munición, armas simuladas, pistolas táser, armas blancas, grilletes, gran cantidad de prendas de uniformidad policial como uniformes, gorras, chalecos identificativos, chalecos antibalas, placas policiales identificativas, rotativos de vehículos policiales, matrículas falsificadas, dinero en efectivo, joyas y gran cantidad de pruebas que vinculan a los detenidos con los hechos investigados. El atrezzo era perfecto. El camuflaje de su vida, también. Uno de ellos ejercía de abuelo entregado con sus nietos mientras planeaba secuestrar al vigilante de seguridad.

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