Pedro Sánchez trata de relegar a Rivera a un rol secundario en la legislatura

El presidente de Ciudadanos ofrece sus ocho senadores para aplicar ya el artículo 155 en Cataluña

Sánchez recibe a Rivera en el Palacio de la Moncloa EP

Juan Casillas Bayo

Los amantes del teatro saben que es tan importante la puesta en escena como el guion de la obra y por más que ayer Albert Rivera restase importancia a los detalles de protocolo, el peso de estos ante el inicio de la legislatura se plasmó incontestable. El presidente del Gobierno en funciones despejó su agenda anteayer para centrarse en su reunión por la mañana con Pablo Casado , con quien conversó durante cerca de dos horas sobre los asuntos de Estado, y después le cedió la sala donde se celebran las ruedas de prensa del Consejo de Ministros para que departiese con periodistas.

No tuvo esa deferencia con Rivera, a quien le reservó la conocida como sala «briefing», que es donde habitualmente comparecen los presidentes autonómicos tras sus encuentros bilaterales con el jefe del Ejecutivo. No solo eso, sino que por la tarde Sánchez repitió fórmula para recibir al secretario general de Podemos, Pablo Iglesias . El líder liberal se ha autoerigido como «líder de la oposición» desde la conclusión de las elecciones del pasado 28 de abril, pero poco a poco la realidad le está devolviendo al papel que le han reservado las urnas. Con su «no» a Sánchez y su insistencia en pasar a la oposición, Rivera controlará al futuro gobierno, pero no como cabeza visible, sino como tercera fuerza.

La insistencia de Rivera en «la descomposición del PP» puede suponerle algún rédito en los comicios autonómicos, municipales y europeos de este 26-M, pero pasadas las elecciones, aun quedándose a las puertas del «sorpasso» a los populares, tendrá que asumir que su partido está todavía a nueve diputados de liderar la oposición.

50 minutos de reunión

Ayer le trasladó a Sánchez, en los cincuenta minutos que duró su conversación en el Palacio de la Moncloa, que Ciudadanos (Cs) le hará al PSOE y a sus socios una oposición «firme, pero leal y con sentido de Estado». Lo primero que dijo Rivera finalizada la reunión fue que le ofrecía desde ya su apoyo al presidente del Gobierno para aplicar nuevamente el artículo 155 de la Constitución en Cataluña si se decidía a enviar el requerimiento previo a Quim Torra. Por el momento esta es una alternativa que no se contempla en el Ejecutivo en funciones, aunque fuentes gubernamentales, igual que sucedió tras el encuentro con Casado, apuntaron que ambos líderes se han comprometido a entablar un cauce de conversación permanente sobre Cataluña y el conflicto independentista.

En cualquier caso, la oferta de Rivera es estéril. De momento solo cuenta con cuatro senadores electos y otros cuatro por designación autonómica y el PSOE, en caso de decidirse a aplicar este precepto de la Carta Magna, se basta con su mayoría absoluta en el Senado para sacarlo adelante. Sí es más significativa la mano tendida de Rivera en otros cuatro asuntos que considera que están fuera de los intereses partidistas.

El presidente de Cs señaló como principales objetivos de esta legislatura la consecución de cuatro pactos de Estado en educación , despoblación, inmigración y seguridad y lucha contra el terrorismo. Rivera cargó contra Sánchez por haberse «levantado» del pacto por la educación que inició su rodaje la anterior legislatura y le imploró una vuelta al redil para diseñar una ley educativa entre todos los partidos que evite la sucesión de distintas legislaciones en función de quien gobierne.

Como en la campaña electoral, Rivera tampoco quiso olvidarse de «la España vaciada» y reclamó un entendimiento entre las distintas formaciones para que el entorno rural sea «protagonista» en los próximos cuatro años. Reiteró una vez más su compromiso con el pacto antiyihadista y abogó por una postura común en cuestiones de seguridad. Pero sin duda donde más se diferenció del resto de partidos fue en la inmigración; materia en la que pidió buscar un equilibrio entre una inmigración regular «ágil» para las personas «que quieran venir a trabajar» y un combate frontal de las mafias que explotan a migrantes para lucrarse con sus desesperadas situaciones personales.

«Chiste» de Casado

Con el actual enconamiento de la situación política, se antoja complicado que estos cuatro pactos de Estado lleguen a buen puerto, pero esas son las cuatro líneas marcadas por Rivera. De apoyar o abstenerse ante la investidura de Sánchez, en Cs no quieren ni oír hablar. En un desayuno informativo organizado por Nueva Economía Fórum, antes de su cita en La Moncloa, Rivera tachó de «chiste» que Casado le pida una abstención que él no está dispuesto a asumir . Ya tras reunirse con Sánchez, rebajó el tono: «Bastante tiene el señor Casado como para meterle el dedo en el ojo».

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