Sànchez, sobre los incidentes del 20-S: «Fue la secretaria judicial la que no quiso salir por la puerta»

El fiscal Zaragoza acorrala al exlíder de la ANC al destapar que controló en todo momento la revuelta

Jordi Sànchez, durante su declaración en el juicio del «procés» EP

Con carpeta y libro bajo el brazo y lazo amarillo (de autoapoyo) en la solapa de la chaqueta, el expresidente de la ANC y actual diputado del PdeCat, Jordi Sànchez , ha comparecido este martes ante el tribunal del «procés» declarándose, en primer lugar, «preso político» y reprochando después al tribunal que haya «perdido la oportunidad» de reconocer la diversidad lingüística al negarles la traducción simultánea (que no consecutiva).

[ Sigue en directo la sexta sesión del juicio del «procés» ]

Sànchez, para quien la Fiscalía pide 17 años de cárcel por rebelión , ha demostrado que no era el un simple líder independentista, sino que era el interlocutor entre las 40.000 personas que se concentraron el 20-S ante el edificio de la Consejería de Economía de la Generalitat (alentados por la ANC y Òminum Cultura) y los agentes que permanecían dentro del edificio mientras se llevaba a cabo un registro judicial por orden del juzgado de instrucción 13 de Barcelona.

Durante las horas de este asedio, Sànchez habló por teléfono con los principales líderes de la rebelión: Marta Rovira, Oriol Junqueras y Joaquim Forn , que fue quien le encomendó que se pusiera en contacto con el mayor Trapero para abordar los aspectos relacionados con la seguridad de este registro, tras el que la secretaria judicial tuvo que abandonar el edificio ya de madrugada saltando a la azotea del edificio contiguo. «Fue ella la que no quiso salir por la puerta», ha sostenido el acusado.

El otra vez brillante interrogatorio del fiscal Javier Zaragoza ha conseguido acorralar a Sànchez en varias ocasiones, hasta el punto de que ha incurrido en varias contradicciones, como cuando ha dicho que se vio incapaz de controlar a la multitud que se aglutinaba a las puertas del edificio a media tarde pero reconocer, a la vez, que fue él junto con Cuixart quien la desconvocó pasadas las once de la noche a esa misma multitud con un megáfono en la mano. También que se percató de los daños de los vehículos de la Guardia Civil para decir después que «solo eran unas pegatinas en los cristales». O decir ante el juez de instrucción que pidió permiso a la Guardia Civil para subirse al techo de uno de estos vehículos y hoy admitir que no lo hizo.

Sànchez, a quien el Ministerio Público considera dirigente del plan de rebelión en uno de sus tres pilares (el de la movilización social como elemento de presión para «doblegar la voluntad del Estado»), ha reconocido que como presidente de la ANC fueron varios los llamamientos que hizo desde las ocho de la mañana del 20-S a la ciudadanía para que se concentrara en la sede de la Consejería.

Pero su visión de aquella manifestación fue muy distinta a la que se refleja en los informes policiales y a la que ha expuesto Zaragoza: para el actual diputado suspendido, fue «un ambiente festivo, con cánticos y grupos de música». Para la Fiscalía, una coacción en toda regla en la que no faltaron destrozos de siete vehículos de la Guardia Civil (seis, matizó Sànchez) y la imposiblidad material de que agentes de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado y miembros de la comitiva judicial pudieran entrar y salir libremente del edificio.

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