Sánchez reivindica los indultos en un Comité Federal rendido a sus pies

El presidente confía en un cambio favorable de la opinión pública sobre los indultos y lo compara con la aceptación del matrimonio homosexual

Pedro Sánchez junto a Cristina Narbona y Adriana Lastra en el Comité Federal del PSOE EP
Víctor Ruiz de Almirón

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Ovacionado antes de empezar, interrumpido de forma habitual por los miembros del Comité Federal, Pedro Sánchez cerró el círculo . El presidente del Gobierno impartió ayer una sesión de ‘coaching’ motivacional para apretar las filas del PSOE en torno a él y a su decisión de haber concedido los indultos a los nuevos presos que lideraron el proceso independentista. Lo hizo desde la tranquilidad de que el partido está plegado a su voluntad, con la inicial resistencia a la medida en fase claramente menguante. O directamente desaparecida, ejemplificada ayer en la ausencia de voces críticas.

Confiriendo a sus propias decisiones un cariz histórico, el presidente del Gobierno no solo no quiso pasar de puntillas por esta cuestión, sino que la abordó desde el primer momento de su intervención. Rememorando a Juan Negrín y su defensa de que España recibiese fondos del Plan Marshall durante el franquismo, Sánchez defendió «la importancia en política de elevarse sobre el presente» para evitar «la perpetuación del enfrentamiento». Algo que defendió como una forma «honesta» de patriotismo: «El PSOE siempre ha amado a España».

La estrategia de Sánchez respecto a los indultos ha sido fomentar un debate largo, con semanas de antelación desde que lo dio por hecho hasta que se tomó la decisión. Un debate largo que concentró las críticas a la decisión en los primeros compases. Esas voces poco a poco se fueron apagando. Y cuando la decisión hubo de tomarse apareció como amortizada en el PSOE.

Cambio social

Sánchez defendió ayer la necesidad de «ofrecer en cada momento una alternativa valiente» . Queriendo tejer una vinculación, consciente de que los indultos cuentan con un importante rechazo en las encuestas, el líder del PSOE recordó que en el momento de la aprobación del matrimonio homosexual había encuestas que señalaban que el 40% de la población estaba en contra de la norma y que 13 años después ese rechazo ya es solo de un 7%.

En el Gobierno están convencidos de que esa cuestión terminará por remitir como elemento de desgaste. Y apuestan todo a poder proyectarlo incluso como activo político si el independentismo no reincide en la ruptura de la legalidad. La Moncloa cree que la legislatura se va a jugar más en las cuestiones económicas porque el cambio de ánimo social respecto a los indultos que anhelan estiman que llegará especialmente por parte de su electorado. Sánchez defendió ayer la capacidad «extraordinaria» de la sociedad española de «transformarse» y «aceptar nuevas realidades». Persistiendo en su estrategia de persuasión, el presidente del Gobierno defendió que «cuando una causa es justa y es conveniente hay que ir más allá de las dudas iniciales ». Confiando en la capacidad de la ciudadanía para «asumir los cambios propuestos». Sánchez, no obstante, reconoció que los indultos «no van a resolver la crisis de convivencia que afronta Cataluña desde hace una década». Y defendió que si en 2017 la democracia «restauró de forma inmediata el orden constitucional», ahora es el momento de «restaurar la convivencia con quienes piensan diferente».

Sánchez defendió que los indultos son un «contundente mensaje que la democracia española envía al conjunto de la ciudadanía de Cataluña». Los definió como « un mensaje de empatía» que debe traducirse en la idea de que «queremos contar con todos».

El presidente del Gobierno lanzó un mensaje que pretende tranquilizar al partido y restar trascendencia a los mensajes del independentismo, que no han bajado de intensidad: «Es evidente que en democracia tenemos que escuchar cosas que no nos gustan, que no nos representan» , contraponiendo que los independentistas «también van a tener que escuchar nuestras convicciones». Y aquí repitió el mensaje de los últimos días: «Vivimos juntos, convivimos juntos, y por tanto decidimos juntos». Sánchez ha destacado «el valor de dar el primer paso» en este trance y que ya siente que «la serenidad» se abre paso.

Escépticos con ERC

Sánchez desplegó su relato con la tranquilidad de saberse ante un auditorio entregado. Los comités federales han perdido ese carácter crítico. Ayer solo tomaron la palabra tres presidentes autonómicos. Varios de ellos ni siquiera vinieron a Madrid. En el caso de Emiliano García-Page y Javier Lambán , de los que puede esperarse mayor nivel de crítica, por cuestiones médicas. Tampoco Guillermo Fernández Vara ni Susana Díaz, escenificándose ya el relevo en favor de Juan Espadas.

La mayor reivindicación que tuvo que escuchar Sánchez fue de los cuadros de Aragón y Extremadura que tomaron la palabra. Expresaron la necesidad de dar más peso a los estamentos intermedios, mostraron escepticismo respecto a ERC y se pusieron en guardia respecto a la posibilidad de que los acuerdos con Cataluña afecten económicamente al resto de territorios. El nuevo referente andaluz, Juan Espadas, sí reclamó que Andalucía «no sea menos que nadie» en la nueva financiación autonómica. La portavoz del Gobierno, María Jesús Montero, reclamó «darle tiempo» a la negociación mientras que Salvador Illa insistía en la idea de que al final habrá que «votar un acuerdo».

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