Sánchez refuerza su relación con Bildu para asegurar su mayoría
El pacto en Navarra consolida vínculos que se han acelerado en el último año
El mensaje que se repite machaconamente en La Moncloa y en Ferraz es que hay que sacar adelante los Presupuestos Generales del Estado. Sacar las cuentas públicas representa para Pedro Sánchez un balón de oxígeno con el que tener absoluta libertad como para jugar a su voluntad con los tiempos de la legislatura .
La presencia de Pablo Iglesias en el Gobierno y sus exigencias para arrinconar a Ciudadanos han terminado por corromper la idea que el Gobierno tenían en primavera de sacar unos Presupuestos de amplio espectro y de carácter transversal. Solo el hecho de que Inés Arrimadas opte al final por sumarse de alguna forma le otorgaría esa pátina.
Pero lo cierto es que el vínculo del Ejecutivo con el bloque de la investidura se ha reforzado. De forma rápida la formación abertzale se dispone a apoyar tanto los Presupuestos nacionales como los de la Comunidad Foral de Navarra, tras el acuerdo suscrito ayer con el Gobierno de la socialista María Chivite , que ha preferido esa vía antes que la abstención que le ofrecía UPN.
La doctrina Chivite argumenta que una alianza de los socialistas con la derecha navarra supondría reforzar a los nacionalistas e independentistas como «fuerza reactiva». Se apuesta por la estrategia de la domesticación. Esa tesis esta presente en Ferraz, donde Santos Cerdán , secretario de coordinación territorial del PSOE, antiguo secretario de Organización de los socialistas navarros, fue importante en los primeros contactos con Bildu. Y es ya regla general en la Comunidad Valenciana o Islas Baleares. Y en general en cualquier territorio en el que existan fuerzas de carácter regional.
Evolución con Bildu
Con EH Bildu, hasta hace poco más de un año, se negaban acuerdos concretos. Se accedía, como mucho, a contar con sus votos a cambio de nada. Incluso en junio de 2019 Ferraz hizo un amago de desautorizar el pacto de Chivite en Navarra, que precisaba de la abstención de Bildu para poder gobernar. Pero en enero de este año ya cerró un primer acuerdo para las cuentas de 2020 que necesitaron de nuevo la abstención de Bildu. Ahora se repetirá ese esquema de apoyos.
Tanto Chivite como Sánchez habían prometido no negociar con Bildu . Navarra ha sido el campo de pruebas de una relación que poco a poco se ha ido normalizando también en Madrid a través de los grupos parlamentarios. Ese acuerdo para derogar íntegramente la reforma laboral en el marco de las prórrogas al estado de alarma sirvió para que PSOE y Bildu, con el pegamento de Unidas Podemos, sellasen su primer acuerdo en el ámbito de la política nacional.
Lo cierto es que el presidente del Gobierno no ha dudado ante esa disyuntiva que le planteó Iglesias en septiembre. Los Presupuestos tenían que salir adelante sí o sí con el bloque de la investidura. «El acercamiento a Bildu tiene dificultades, pero ha sido más sencillo de lo esperado», señala un dirigente socialista que apunta a dos variantes. En primer lugar la entrada en escena de Ciudadanos de cara a la negociación presupuestaria «bajó el precio» de un potencial acuerdo. Aunque consideran que el mayor peso es «la necesidad y la decisión» de Bildu de competir con el PNV. Es esta formación la que ahora queda en una posición menos imprescindible. Aunque en el Gobierno lo siguen señalando como su socio «más fiable».
PNV, ERC y Bildu suman 21 escaños que permiten al Gobierno de coalición sumar 176 escaños sin ni siquiera recurrir a los minoritarios. Pero muchos de ellos son más seguros que ERC o Bildu. Por lo que, si además de suma a los cuatro diputados del PDECat, Sánchez pasa a tener una base para negociar de 188 escaños. Y eso sin contar ni a Ciudadanos (10), Coalición Canaria (2) o PRC (1). El presidente del Gobierno quiere acelerar los plazos para tener el Presupuesto aprobado y con más apoyos de los necesarios para que la legislatura no pivote exclusivamente sobre la dependencia de los votos de ERC.
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