Pedro Sánchez reclama adhesiones y choca con la desconfianza por su gestión
Multitud de líderes autonómicos afean al Gobierno su unilateralidad
El presidente pide apoyo al PP y sigue sin explicar qué tipo de pacto propone
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No existen los cimientos adecuados en la política española para edificar un gran acuerdo de reconstrucción nacional . La desconfianza que genera el presidente del Gobierno en una buena parte de los presidentes autonómicos y en los partidos políticos, tanto en la oposición como en potenciales aliados, dibujan un escenario de difícil solución.
Por quinto domingo consecutivo el presidente del Gobierno se reunió por videoconferencia con los presidentes autonómicos. Y de nuevo al otro lado de la pantalla se encontró reproches por cómo está desarrollando su gestión. Son minoría los que no trasladan algún matiz. Pero la crítica por una gestión unilateral y la demanda de medidas que el Gobierno rechaza es transversal. Las críticas son muy duras en País Vasco, Cataluña y los gobiernos del PP . Pero algunos gobiernos socialistas también manifiestan discrepancias. Diversas fuentes consultadas participantes en la reunión de ayer constataron que «ha habido más división», según reconocen desde una presidencia autonómica. «El ambiente ha estado enrarecido», añaden desde otra.
Fueron varios presidentes autonómicos los que cuestionaron el proceder del Gobierno , que sigue adoleciendo de falta de cooperación con los ejecutivos regionales. Varios de ellos volvieron a reclamar que esta cita se celebre antes de los anuncios que el Gobierno tenga pensado realizar. En esta línea ha sido especialmente claro el presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno, que según algunos presentes dijo que el actual modelo «no tiene sentido».
El primero en expresarse así fue el lendakari, Iñigo Urkullu, que reclamó un mecanismo en la toma de decisiones más transparente y que cuente con los gobiernos regionales. Fuentes participantes en la reunión aseguran que el presidente de la Xunta de Galicia, Alberto Núñez Feijóo, defendió la conveniencia de que pudiera haber acuerdos. Pero precisó que para ello es fundamental «que haya confianza y transparencia». «Para que haya acuerdos tenemos que saber cuál es la propuesta, el contenido», dijo Feijóo.
También el presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, reclamó «más coordinación» y «participar más y previamente de las decisiones». Frente a estas demandas de las regiones sigue sin haber hechos. El presidente del Gobierno volvió a comparecer ayer, y lo hizo sin novedad. Volviendo a apelar a la «unidad» y reclamó «una desescalada en la tensión política», asegurando que ese será su «empeño absoluto». Pero el mensaje no sintoniza con la actitud demostrada hasta la fecha.
La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso , le afeó durante la videoconferencia el discurso que hizo el pasado jueves en el Congreso de los Diputados: «Su ataque contra el Gobierno de Madrid está fuera de lugar». En el PP se ha cuestionado también el duro discurso de la portavoz socialista, Adriana Lastra. Señalándolo como incompatible con una auténtica vocación de pacto. Pero incluso desde algunos sectores socialistas no dudan en calificar de «lamentable» el tono empleado por Lastra.
Conflicto por la desescalada
Sánchez siguió sin plasmar de ningún modo qué pretende con ese acuerdo. Y más bien parece obsesionado en que ese entendimiento sirva para que no pueda criticarse su gestión. Apegado como de costumbre al discurso bélico y emocional, el presidente reclamó el apoyo de «todos, sin excepción», aunque hizo una apelación expresa al PP. «Cuando venzamos esta guerra necesitaremos todas las fuerzas del país, políticas, institucionales y sociales, para vencer la posguerra».
Sigue sin haber tampoco consenso en lo que se refiere al confinamiento. No lo hay en el fin de la hibernación económica, que hará que muchos españoles vuelvan hoy a trabajar, ni sobre cómo adoptar las medidas para salir del confinamiento en unas semanas. Sobre lo primero fue el presidente de la Generalitat de Cataluña, Quim Torra, el más contundente a este respecto: «Provocará un aumento de contagios y la situación de colapso en el sistema sanitario de Cataluña». Pero no fue el único que mostró reproches en esta cuestión.
El presidente de la Junta de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco, expresó su preocupación porque esta reactivación laboral suponga «un retroceso» en la contención del virus. Consideró que habría que «esperar unos días» porque «no se cumplen las circunstancias» para la vuelta a la normalidad este lunes. Por su parte, el presidente de la Región de Murcia, Fernando López Miras, que consideró una «temeridad» que entre hoy y mañana se incorporen al trabajo cientos de miles de trabajadores.
En su comparecencia ante la prensa Pedro Sánchez contestó con un escueto «sí» a la pregunta de si los expertos le han aconsejado no prolongar la hibernación económica. Una extensión que dentro del Ejecutivo defendían los ministros de Unidas Podemos . Además argumentó que esta crisis tiene dos vertientes, la sanitaria y la económica. Y que en este segundo ámbito la crisis amenaza con «triturar el tejido económico y social», por lo que defendió «combinar medidas». Pero el presidente se preocupó mucho de no avalar el discurso de que se está produciendo una desescalada de las medidas. De hecho el presidente del Gobierno insistió en que «no estamos siquiera entrando en la segunda fase» porque «continúa el confinamiento general». Se seguirán diversos marcadores, que no se especificaron, para medir con rapidez la propagación de los contagios. Y estas cifras «nos guiarán en la desescalada». «Mantendremos o reforzaremos las restricciones» , advirtió en el caso de que la evolución no sea buena. En cualquier caso esas medidas llegarían «como pronto» en dos semanas. Es decir, a partir del 26 de abril.
Respecto a esa desescalada posterior, el Gobierno sigue defendiendo un enfoque global para el conjunto de España. Mientras que son ya varias regiones las que demandan que tenga un enfoque diferenciado en cada territorio. Y entre ellas varias gobernadas por socialistas como Canarias, Baleares, Castilla-La Mancha y la Comunidad Valenciana.
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