Manuel Marín - ANÁLISIS
Sánchez lo va a intentar
Pedro Sánchez tiene en mente convertir los 180 «noes» a la investidura de Mariano Rajoy en «síes» para la suya. A estas alturas, los esfuerzos de la dirección del PSOE por convencer a la opinión pública de que no se está postulando para ser presidente son absurdos. Lo sabe Felipe González cuando apela genéricamente a un relevo colectivo de candidatos si hay nuevas elecciones, que no es sino su manera de exigir pública y expresamente que Sánchez se marche; y lo sabe Fernández Vara cuando admite con total naturalidad que lleva dos meses sin hablar con él.
Sánchez podrá denominarlo exploración, sondeo, auscultación… o como desee. Pero cuenta y repasa escaños en voz baja pese a las voces que se lo desaconsejan. Es más, ya excluye a Ciudadanos porque la incompatibilidad química entre Rivera e Iglesias es irresoluble.
Podemos ha revelado próximos «contactos sustantivos» entre Iglesias y Sánchez , y no charlas de cinco minutos. A su vez, Compromís e IU sirven de enganche con el independentismo para idear la fórmula que permita convertir la salida forzada de Rajoy en la prioridad frente a cualquier exigencia separatista . Se trataría de aparcarlas durante unos meses, consolidar un Gobierno de relevo a Rajoy, y después abrir un debate caótico e inmanejable de reforma constitucional inviable sin el PP, pero que llegado el momento habrá servido como coartada del PSOE para no verse obligado a someterse a coacciones del independentismo. Habría Gobierno con Sánchez como presidente y sin necesidad objetiva de rendirse. La incógnita es si los separatistas caerán en esa trampa solo bajo la premisa de jubilar a Rajoy y aceptarán quedar a la espera de consultas y promesas indeterminadas.
El dilema de Sánchez no estará tanto en sumar los escaños de Podemos, ERC, Convergencia, Compromís, PNV… Sus votos son factibles y Sánchez lo sabe. En periodos de supervivencia a la desesperada, claudicar a la extorsión se concibe como algo permisible porque el fin último es evitar elecciones. Sánchez no busca un gobierno duradero. Le basta con resarcirse del fracaso de febrero, y después la legislatura se iría improvisando. Por eso, su verdadero dilema será cómo resolver el conflicto que puedan plantearle sus críticos desde las entrañas del PSOE . En definitiva, evitar un cisma.
El plan de Sánchez pasa por negociar con el independentismo sin parecer que es así, aceptando postulados federalizantes indeterminados y confusos a meros efectos dialécticos. Y si hay resistencia interna en el PSOE, a plantar cara, votar en el Comité Federal y arriesgarlo todo . Sánchez lo va a intentar. Porque si se impone al PSOE por la autoridad de sus galones y es investido, logrará su objetivo; y porque si le frena en seco una rebelión de barones hartos de su diletancia política, cree que ya no habrá tiempo de designar otro candidato.
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