Sánchez desoye a regiones y oposición y se empeña en levantar el estado de alarma sin plan

El jefe del Gobierno enerva a Casado: «¿Quién se cree que es y dónde se cree que está?»

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, este miércoles en el pleno del Congreso Vídeo: EP
Ana I. Sánchez

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Pedro Sánchez desoye el clamor y las advertencias tanto de las autonomías como de la oposición, reafirmando su empeño por levantar el estado de alarma el próximo 9 de mayo sin ningún plan ni alternativa jurídica. «Propongo seguir resistiendo un poco más de tiempo para dejar atrás la pesadilla», ha sido el plan expuesto por el jefe del Ejecutivo en su primera intervención.

Una posición difícil de casar con el propio reconocimiento que ha hecho Sánchez de que el momento sanitario es delicado puesto que España se encuentra inmersa en la cuarta ola y sobre que «no debemos bajar la guardia» ni «comportarnos como si el virus hubiera desaparecido». Pero se ha aferrado a que la situación epidemiológica es «diferente» a la de octubre, cuando se aprobó el estado de alarma, y a que las regiones no solo disponen hoy de más instrumentos, las vacunas, sino de los «suficientes» para controlar el virus.

«No es cierto», le ha tenido que recordar el portavoz del PNV, Aitor Esteban , aludiendo a la desaparición del toque de queda y el cierre perimetral. «Es una temeridad (levantar el estado de alarma)», le ha advertido, pidiendo una nueva extensión del marco actual, aunque sea corta, mientras se ponen en marcha reformas jurídicas que permitan seguir aplicando restricciones de movilidad si resulta necesario.

Esta crítica le ha llegado al jefe del Gobierno desde todos los grupos de la oposición, tanto rivales como aliados, salvo Vox. Pero Sánchez la ha rebatido asegurando que el Ejecutivo «no puede poner en manos de las comunidades una serie de restricciones sin ningún tipo de control del poder judicial». «No podemos ni debemos porque puede suponer un retroceso en la calidad democrática del país», ha asegurado, a pesar de que esas limitaciones están vigentes ahora.

Bronca de Casado

El contenido y el tono del discurso del presidente han enervado al líder del PP, Pablo Casado , que ha llegado a echarle en cara su «chulería» y preguntándole: «¿Quién se cree qué es y dónde se cree que está?». El líder del PP ha considerado que Sánchez es «el peor presidente» de la democracia y ha anunciado que su grupo volverá a registrar en el Congreso una reforma de la Ley de Salud Pública para dar cobertura jurídica a las autonomías que necesiten aplicar restricciones de movilidad para controlar futuros rebrotes.

Una fórmula que permitiría levantar el estado de alarma y tener instrumentos para seguir luchando contra el virus pero que, a juicio de Casado, Sánchez desdeña porque quiere gobernar por decreto «como Napoleón».

Por su parte, el presidente de Vox , Santiago Abascal, exigió el fin del estado de alarma acusando al resto de la oposición y a las comunidades autónomas de ser cómplices del recorte de libertades generado con el estado de alarma.

Reformas sin concreción

El líder socialista comparece este miércoles en el Congreso obligado por el decreto de estado de alarma, pero su intervención sobre esta cuestión ha sido completamente residual en su primera intervención, de cerca de una hora de duración.

El jefe del Ejecutivo ha dedicado más de la mitad de su intervención a sacar pecho una vez más por su plan de recuperación y reformas, sin novedades respecto a lo presentado ayer, y dejando sin concretar los cambios más importantes: la de pensiones, laboral y fiscal. Una posición que también le ha servido fuertes críticas desde los grupos parlamentarios que le han acusado de hacer propaganda política, con un plan repetido y sin concreción.

Al respecto, Casado recriminó al presidente que presente el plan de recuperación desde la tribuna de oradores para no hablar del estado de alarma, lo que ha calificado como un «auténtico desprecio al Parlamento», al que Sánchez , según el líder popular, ha ofrecido hoy «una pizza recalentada ocho veces».

Los líderes políticos tuvieron conocimiento del plan de reformas por la prensa, ya que el Gobierno no lo remitió al Congreso y, por tanto, no ha sido consensuado ni se sabe con qué apoyos piensa sacarlo adelante, como le reprochó la presidenta de Ciudadanos , Inés Arrimadas. 

Otro buen pellizco de su intervención se lo han llevado las vacunas, para reiterar, igualmente, datos que ya viene presentando desde la semana pasada. La única novedad de su discurso ha sido que ratifica que se cumplirán los objetivos y que el 70 por ciento de la población estará vacunada en verano, pese a los problemas surgidos ahora con la fórmula de Janssen. «No solo queremos cumplir objetivos sino superarlos», ha asegurado.

El líder socialista sí ha reconocido que el plan de inmunización está «abierto» porque se debe ir adaptando a las decisiones de las autoridades sanitarias y ha señalado una próxima «actualización» tras los cambios de dosificación aprobados para AstraZeneca. « Nuestro objetivo es vacunar, vacunar y vacunar con absoluta garantía y seguridad«, abundó.

Abascal, por su parte, acusó al presidente de no condenar la violencia sufrida por su partido.

El Congreso, una barra de bar

En su respuesta, el presidente del Gobierno ha afeado el tono bronco utilizado por Casado , al que ha acusado de hablar en el Congreso «como en una barra de bar». «Cuando se sube a esta tribuna no se viene a gritar y del mismo modo le digo al señor Abascal que no se viene a insultar, a exponer críticas justas o injustas, propuestas».

«No grite tanto porque al final lo que demuestra es inquietud», añadió Sánchez , quien dijo ver a Casado «impaciente por entrar en la campaña de la Comunidad de Madrid . ¿Será que no le dejan?», se preguntó retóricamente. A Abascal le acusó de instar a militares a dar un golpe de Estado y calificó de «gran calamidad la derecha y la ultraderecha que ha tenido España». «El señor Abascal se fue a Vallecas a montar bronca y viene a hacer lo mismo en la Carrera de San Jerónimo», reprochó al presidente de Vox. Y a Arrimadas le advirtió que padece «síndrome de Estocolmo» con el PP.

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