Un Sánchez debilitado se entrega a Iglesias y cierra la puerta a acuerdos con el Partido Popular

Podemos no entrará pidiendo ministerios de Estado porque quieren «ponerlo fácil»

El presidente del Gobierno español en funciones, el socialista Pedro Sánchez, y el líder de Unidas Podemos, Pablo Iglesias, se abrazan en el Congreso de los Diputados tras firmar el acuerdo de Gobierno EFE

No hay mejor remedio contra el insomnio que perder casi 800.000 votos. Pedro Sánchez y Pablo Iglesias suscribieron ayer un acuerdo exprés para conformar un Gobierno de coalición, en lo que se convierte en la clara victoria del líder de Podemos sobre el presidente en funciones. Sánchez, que en campaña electoral llegó a decir que «no podría dormir por las noches» con ministros de Unidas Podemos en el Gobierno, ha perdido. Pero intenta hacer de la necesidad, virtud, con un pronto acuerdo que le permita revalidar el cargo . Aunque eso signifique tener que ver a Iglesias en una futura vicepresidecia.

El entendimiento exprés, fruto de un rápido contacto secreto en la tarde del lunes, pone de manifiesto que no haber alcanzado un acuerdo antes no se debía a diferencias irreconciliables, como trató de hacer ver Sánchez cuando lo justificaba por la posición de Unidas Podemos respecto a la crisis soberanista en Cataluña. Lo que provocó la repetición electoral fue el tacticismo por ambas partes pensando en que la configuración parlamentaria les beneficiase. «Pedimos un mayor respaldo para gobernar en solitario y el resultado ha sido el que ha sido», se resignaba ayer un dirigente socialista.

Ambas formaciones salieron golpeadas de la cita electoral del 10-N, sumando en conjunto diez escaños menos que en el mes de abril. Pero la mayor responsabiliad es de Sánchez, como fuerza más votada y presidente del Gobierno en funciones. Además de que su pretensión fallida de lograr más apoyo para poder gobernar en solitario ha obligado al socialista a tener que ser él quien cambiara de opinión y cediera tras lo sucedido estos meses. El líder socialista no tenía otra salida, descartado por completo la posibilidad de entenderse con el Partido Popular . Es la sensación que reina en el PSOE. Y es también la carta que jugó Unidas Podemos para exigir cuota en el Gobierno nada más se confirmó el resultado electoral.

Aunque Sánchez y su equipo íntimo en La Moncloa podían llegar a defender la fórmula de gobernabilidad con el PP para momentos concretos, muchos dirigentes de su partido, varios ministros y la práctica totalidad de las bases no comparten un espacio de entendimiento entre PSOE y populares. El Sánchez presidente es rehén del Sánchez candidato a las primarias y de su «no es no». Él podría cambiar, pero no puede modificar el estado de opinión que creó en el PSOE. También tenían esa sensación experimentados dirigentes que no veían mal un posible entendimiento con Pablo Casado , pero que creen que en este preciso momento «cualquier solución PSOE-PP sería mala a medio plazo para los dos».

Ayer el presidente del Gobierno en funciones y el secretario general de Podemos hicieron referencia a la necesidad de «dejar atrás cualquier reproche» para poder desarrollar una alianza «progresista» que Sánchez vendió con vocación de largo plazo . «Sí puedo adelantarles que es un acuerdo para cuatro años», dijo el líder del PSOE. Aunque este extremo no depende de ellos ya que su alianza parlamentaria solo sumaría 155 votos ; están a 21 escaños de distancia de la mayoría absoluta.

«Dejar atrás los reproches»

Aun así en el grupo confederal había ayer sensación de triunfo y satisfacción. Ven el documento suscrito como un avance inédito y una garantía a la que el PSOE nunca antes había accedido. Iglesias celebró poder «conformar un Gobierno de coalición que combine la experiencia del PSOE con la valentía de Unidas Podemos» . Un mensaje que escondía su idea fuerza de que solo con ellos dentro del Ejecutivo el PSOE hará políticas «de izquierdas» y no mirará a la derecha con PP y Ciudadanos. El secretario general de Podemos agradeció además al líder socialista «su generosidad y su disposición» para el acuerdo de Gobierno. « Podrá contar con toda nuestra lealtad», enfatizó . Lejos quedó ayer el tono incisivo utilizado en campaña contra los socialistas y su gestión en el Ejecutivo.

Durante la noche electoral, Iglesias propuso un Ejecutivo multicolor donde «cada fuerza tenga exclusivamente la representación proporcional a los votos obtenidos». Lo que significa que no se descarta que otras formaciones tengan competencias ministeriales. Desde el PSOE explican que la negociación inicia de cero . Tras arrancar una vicepresidencia, en Podemos explican que quieren «poner las cosas fáciles» y no entrarán exigiendo ministerios de Estado (Justicia, Interior, Economía...).

Entre los barones socialistas se mantiene por el momento la cautela. El presidente de Extremadura, Guillermo Fernández Vara, valoraba positivamente que Sánchez «moviera ficha» y que lo hiciera en primer término «con los que han mostrado voluntad de acuerdo». Y reclamaba que el objetivo debía ser ahora lograr «una mayoría sin independentistas». En una línea muy similar se expresaba el presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page , insistía en la necesidad de conformar un Gobierno «sin la condicionalidad política que suponen los independentistas».

La ruta hasta la mayoría de escaños

Es la situación de perspectiva incumplida por parte de Sánchez tras las elecciones lo que le ha obligado a un acuerdo rápido. También el hecho de que ambos partidos tendrán que someter algo tangible al escrutinio de sus bases . Un trámite que estatutariamente deben cumplir. A partir de aquí el camino para lograr los apoyos parlamentarios suficientes todavía están abiertos.

La aritmética más comentada ayer en los círculos políticos es la conocida como vía castrourdiales. Consistiría en sumar a los 155 escaños los once que aglutinan el PNV (7), Más País y Compromís (3) y PRC (1). La clave es que los votos en contra sumen menos de 166 votos a favor. Aunque la presión arreciará sobre Ciudadanos para que sean sus diez votos los que completen esa suma, esa posibilidad no es real. Ni es la que quiere Podemos. Lo cierto es que a Sánchez e Iglesias les sirve con la abstención de ERC, EH Bildu y BNG.

Aunque ayudarán en las conversaciones que se mantengan a partir de ahora, Unidas Podemos dejará que sean los socialistas quienes dirijan las negociaciones con el resto de grupos para buscar apoyos suficientes que garanticen legislatura y gobernabilidad. «Este nuevo Gobierno será rotundamente progresista», insistió Sánchez, que quiso agradecer a Iglesias «por la generosidad y la responsabilidad». Vuelta a empezar.

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