Sánchez cede La Moncloa a Iglesias, que pide un Gobierno de coalición en 2020

El Gobierno asume que tendrá que negociar «de forma conjunta» con Podemos las exigencias de sus socios independentistas en el Congreso

Pedro Sánchez y Pablo Iglesias tras firmar el acuerdo para los Presupuestos Generales del Estado EP

Pedro Sánchez y Pablo Iglesias rubricaron ayer algo más que un acuerdo para los Presupuestos Generales del Estado . El documento, que desborda con mucho los asuntos meramente económicos y presupuestarios, tiene una serie de connotaciones que pueden cambiar mucho la situación política presente y futura. El pacto es en primer lugar una herramienta que amenaza con dinamitar el legado político y económico de Mariano Rajoy.

El primer párrafo del texto es muy revelador en esta cuestión: «Después de siete años de recortes y asfixia de los gobiernos del Partido Popular, nuestro país ha retrocedido en igualdad de oportunidades, en cohesión social, en libertades y derechos, en calidad democrática y en convivencia».

Una contrarreforma que en lo económico dispara el gasto global en cerca de 6.000 millones de euros y lanza una ofensiva contra la reforma laboral del año 2012, con una subida del salario mínimo a 900 euros y con modificaciones en el Estatuto de los Trabajadores. En lo político, las reformas planteadas dejan muy tocadas normas como la Ley de Seguridad Ciudadana, además de promover modificaciones en el Código Penal y en la Ley Electoral.

Pero más allá de lo que representa este acuerdo en el presente –lo que el secretario de Organización de Podemos, Pablo Echenique , definió ayer como «las cosas del comer»– el pacto puede interpretarse como un primer paso hacia un bloque de izquierdas que podría materializarse en las elecciones generales de 2020 –si no hay convocatoria antes– en una coalición de Gobierno.

«Un Gobierno en coalición»

Hace ya tiempo que desde Podemos se da por muerto al bipartidismo, al tiempo que se anuncia la llegada de la «era de las coaliciones» en España.

Iglesias no quiso desaprovechar la oportunidad que le brindaba el acuerdo presupuestario y afirmó sin tapujos que este pacto puede ser el primer movimiento de una coalición en el futuro entre el PSOE y su formación. «Podemos tendrá que formar parte de un gobierno de coalición», defendió el líder de la formación morada, que también reveló que Pedro Sánchez era «plenamente consciente de que la realidad en 2020 va a ser así». A su juicio, el «bloque progresista» que surja tras los resultados de las próximas elecciones generales debe gobernar en coalición. «Si los españoles dan cinco millones de votos a una fuerza, y otros cinco millones a otra formación, lo que están diciendo es que los gobiernos en solitario tienen que pasar a la historia», insistió.

Tampoco quiso dejar pasar Iglesias la oportunidad para defender la «utilidad» de Podemos como socio de Gobierno a la hora de conseguir unas medidas que no dudó en calificar de «históricas». En su opinión, «nadie se imaginaría» estos presupuestos si la formación morada no hubiera participado en su elaboración: «Los españoles saben que si hay una subida histórica del salario mínimo es porque nosotros estamos ahí, eso la gente lo sabe», zanjó.

Iglesias exhibe su influencia y asume una estrategia de utilidad institucional que se aleja de sus tiempos de mera insurrección o de primacía de la movilización social. El Gobierno, que sin Podemos no tiene los votos suficientes pero que sin Iglesias naufragaría cada día en el Congreso, ha accedido a dar a Podemos un papel protagonista. El papel de los líderes desatascando acuerdos que todo el mundo da por hecho es un clásico de toda negociación. Pero en esta ocasión se le ha querido introducir la épica de la nocturnidad. Un pacto cerrado de madrugada y que requiere de la participación de los dos líderes, que asumen la rúbrica del mismo.

El contraste es muy grande con los pactos presupuestarios alcanzados por el PP con Ciudadanos. En aquella ocasión se trató de acuerdos suscritos por el grupo parlamentario de Ciudadanos con el PP. Los acuerdos no los firmaban Mariano Rajoy y Albert Rivera , sino sus portavoces en el Parlamento. Y se rubricaban en el Congreso. Pero la presencia de Iglesias en Moncloa, unido al hecho de que el acuerdo se cierra entre el Gobierno y Unidos Podemos –son los logos que aparecen en el documento y no el del PSOE–, refuerza el papel de la formación populista en el desarrollo efectivo de los Presupuestos.

Iglesias logra su objetivo de «cogobernar» con Sánchez, que es a lo que aspiraba tras la moción de censura, sabedor de que no era el momento de un gobierno de coalición. Pero pese a la evidente alianza y a que los acuerdos a medio plazo son prolijos, en Podemos se aseguraba ayer que la estabilidad del Gobierno no depende solo de cumplir esta hoja de ruta. Además, por si quedaban dudas, desde la formación se insistió en que los socialistas no les han ofrecido entrar en el Ejecutivo, al tiempo que se sigue repitiendo que es una obviedad que con solo 84 diputados el Gobierno es débil.

El Gobierno celebra el acuerdo como su única posibilidad de llevar la legislatura a 2020. El lunes se celebrará un Consejo de Ministros extraordinario para dar el aval definitivo a las líneas macroeconómicas que enviará a Bruselas y en las que se basa el proyecto de Presupuestos.

Exámenes pendientes

Iglesias mostró ayer su confianza en que las instituciones europeas van a dar el visto bueno al proyecto. Las grandes lagunas se encuentran en materia de recaudación.

El pacto no recoge en cuánto aumentará la recaudación con la reforma fiscal que plantea el documento a través de los cambios en Sociedades y las subidas en los tramos altos de la renta, el ahorro y el patrimonio. La ministra de Hacienda, María Jesús Montero , cifró ayer el nuevo ingreso derivado de la reforma fiscal y la lucha contra el fraude en 5.678 millones de euros. El primer examen del acuerdo será pues la valoración de Bruselas sobre esas estimaciones de recaudación.

Con este acuerdo, el Gobierno ya se garantiza 151 apoyos en el Congreso a sus Presupuestos Generales del Estado de 2019. A los que habría que sumar los previsibles de Nueva Canarias (1) y de Compromís (4). Con ellos sumarían 156. Con ERC (9), PDECat (8) y PNV (5) se alcanzarían los 178 que permitirían la aprobación del proyecto.

La necesidad es tal que desde el Gobierno se asume que el acuerdo con Podemos no es intocable: «Todos tenemos que estar dispuestos a renunciar a todas las cuestiones que no consideramos clave», reconoció ayer Montero. «Cuando uno se sienta en una mesa de diálogo tiene que estar en condiciones de ceder para conseguir el acuerdo. No es "esto es lo que hay"», insistió.

Eso sí, se admite en el Ejecutivo que si la negociación con PDECat o PNV, que se enmarcan en posiciones ideológicas de derechas, requiere modificaciones del pacto tendrán que consensuarse esas renuncias con Podemos, lo que implica una negociación conjunta, dotando a Iglesias del rol de mediador. La ministra de Hacienda, que es quien pilota las negociaciones, no ha entrado todavía en materia con estos partidos, y avanzó una especial implicación de Sánchez: «El presidente se implica en primera persona en cuestiones políticas «de especial relevancia», señaló.

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