Un llençol a cada bugada
Es increíble la cantidad de trabajo sucio que el independentismo le hace al Estado, lastimándose con un grado de limitación mental y de cobardía que tan exagerados yo no los había visto nunca
Torra pierde, Puigdemont gana pero quien tiene razón es Aznar. «Antes se romperá Cataluña»: y se ha roto en mil pedazos. Hay una expresión catalana que es «perdre un llençol a cada bugada» y que se refiere al que cada vez está un poco peor. El catalanismo murió cuando Artur Mas rompió CiU, la marca electoral más exitosa de la democracia española, para pactar con ERC. Después vino la CUP y todo saltó por los aires, incluida la presidencia de Mas. Ahora Puigdemont rompe lo que quedaba de Convergència y aunque se impone a Torra, logra su objetivo de alargar la legislatura por lo menos hasta febrero y se ha hecho un Govern a medida, agrava aún más la fragilidad del independentismo. Y el PDECat, con Mas de sepulturero jefe, puede que cave su tumba si en las próximas elecciones obtiene ni que sólo sean 4 o 5 diputados.
El forajido se continúa pareciendo a Jack Nicholson en Alguien voló en el nido del cuco pero estamos a punto de descubrir que es la enfermera. Cada vez más solo, cada vez más enloquecido, cada vez más violento en su desconfianza y en su sectarismo, Puigdemont fragmenta su espacio político, lo crispa y lo fanatiza. Lo que el ministro Illa ensayó en la Diputación de Barcelona -que los socialistas gobiernan con el apoyo de la vieja Convergència pese a los intentos del fugado de que tal pacto se produjera- puede reproducirse en la Generalitat si la aritmética ayuda, y es probable que lo haga, porque no es menor ni despreciable la fuerza que tienen los alcaldes del antiguo partido de Jordi Pujol, que en su inmensa mayoría se han quedado en el PDECat. Pero el gran aliado de la causa de España en Cataluña será Artur Mas, tan gafe y tan cutre, y que ha destruido tan asombrosamente todo lo que ha tocado, que con los diputados que rasque en las próximas autonómicas dará sepultura a lo que él mismo inició.
De todos modos, y aunque el problema acabe siendo la solución, continuará siendo uno de los políticos más mentirosos y nefastos de nuestra reciente historia. Éste es el conocido triste destino que le espera a Cataluña siempre que se empecina en el «todo o nada». Puigdemont se está quedando sin munición pero con la que le quedaba ha disparado a dar y ya Torra es un cadáver sin que el Supremo se haya tenido que tomar el trabajo de inhabilitarle. Es increíble la cantidad de trabajo sucio que el independentismo le hace al Estado, lastimándose con un grado de limitación mental y de cobardía que tan exagerados yo no los había visto nunca. «Perder una sábana en cada colada» no es un expresión castellana, pero en catalán cuadra la metáfora. Al huido le queda sólo el depósito de reserva y el último gran salto de Mas será su deprimente y merecido epitafio.