Federico Trillo
Rita, mujer fuerte
Rita no vio amanecer otro día tras su comparecencia ante el Supremo. Su corazón estalló por tanta pena acumulada. Murió sola, como vivió, especialmente este último año, haciendo frente sola a la adversidad. Resistió sola el linchamiento prácticamente unánime : defendiendo su dignidad aplastada, convencida de su inocencia que, al final, nadie ha podido destruir.
Rita ha sido una política de una sola pieza: de vocación, de raza, de convicción, de dedicación. Tras treinta años de vida política, nadie ha podido señalar un enriquecimiento injusto o desproporcionado en su corto patrimonio. Su único tesoro fueron las cinco mayorías absolutas que le dio el pueblo valenciano y con las que transformó la ciudad en una de las más bellas y atractivas de España.
¡Ah! Y un bolso de Loewe que lucía con llaneza – «porque no tengo nada que ocultar» – y algunos confundieron con arrogancia.
Valencia ciudad era su pasión y el límite de su ambición . No quiso ser Presidenta de la Generalitat Valenciana ni candidata del PP al cargo. Guardo testimonio directo de, al menos, dos ofertas serias para que lo fuera: una desde el PP de Madrid, otra del mismo Presidente de la Generalitat. «¡No! Por lealtad a Valencia y a mi Presidente» fue su respuesta en ambas ocasiones.
Es difícil encontrar personas con su pasión política, con su lealtad al PP, con su coherencia. A Loyola de Palacio, también amiga desaparecida, también política leal y mujer fuerte, le habría gustado la comparación. Otras mujeres, María Dolores de Cospedal, Luisa Fernanda Rudi y Celia Villalobos han sido las únicas, en estos años turbulentos, capaces de defender desde el PP la inocencia de Rita y resistirse al dictado de lo políticamente correcto frente a las opiniones farisaicas de tanto advenedizo. Mujeres fuertes.
Recordaré siempre a Rita enardeciendo la Plaza de Toros de Valencia. Quizá los miles de valencianos que la aclamaron allí tendrán hoy la oportunidad de llorarla. Las lágrimas son también una forma de expiación.
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