Curri Valenzuela

El ridículo final de Pedro Sánchez

Curri Valenzuela

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Albert Rivera dijo que no y ahí se terminaron los sueños de Pedro Sánchez de llegar a La Moncloa por cualquiera de los caminos posibles, en unos brazos o en otros, con promesas de poner en marcha unas políticas o las contrarias. Su intento de ultimísima hora de pactar con Compromís para alcanzar la Presidencia del Gobierno resultó ser el capítulo final de una loca carrera hacia ninguna parte que ha hecho perder tres meses a España y los españoles para que el secretario general del PSOE salvara su carrera política. Otro intento que, por lo que vimos ayer, también va a ser fallido.

En la campaña electoral que comienza hoy mismo, con un acto de Mariano Rajoy en Alicante, otro de Ciudadanos en Valencia, este último podrá presumir de haber sido quien evitó un gobierno de izquierda radical liderado por el PSOE, y borrar así muchas de las dudas de sus votantes de diciembre pasado por su apoyo a ultranza a los socialistas hasta casi el último momento.

Aunque el político que tiene más motivos para sentirse eufórico es sin duda Rajoy -por haber sacado matrícula de honor en su asignatura favorita: resistir- esta vez se lo debe al gran esfuerzo del candidato socialista por ignorar quién había ganado el 20-D y tomar todos los atajos imposibles para llegar al poder.

En la sede nacional del PP les faltó brindar con champagne mientras seguían la rueda de prensa que Sánchez protagonizó tras despachar con el Rey, sus agradecimientos a Mónica Oltra por haberle propuesto su último intento fallido, las excusas que ofreció para tratar de justificar su actuación de los últimos meses. Desde hoy el candidato socialista es de nuevo el principal adversario de los populares en una campaña electoral y los argumentos para descalificarle les parecen infinitos.

En los pasillos del Congreso los nervios de la mañana desde el momento en el que los negociadores del PSOE aceptaron la mayor parte de las descabelladas propuestas de Compromís se trucaron en escepticismo cuando Rivera despreció incluso comentar su contenido. «Le ha apuntillado», fue un comentario que corrió de boca en boca. Equivocado: a juzgar por lo que los atónitos diputados socialistas comentaban entre ellos, lo más probable es que el líder de Ciudadanos le haya propinado un duro golpe. Pero la puntilla se la darán los suyos.

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