Análisis

Referéndum sí, pero no así

Si queremos que las consultas ciudadanas sean útiles es imprescindible marcar un mínimo de participación

La alcaldesa de Madrid, Manuela Carmona, deposita su voto en una de las urnas instaladas para la consulta ciudadana Maya Balanya

Narciso Michavila

El valor de la democracia es impedir que unos pocos decidan por todos. Más de cien países han acudido al referéndum para ampliar la implicación democrática en la última década, sólo en dos países la participación media fue inferior al 8 por ciento registrado en la consulta de Madrid: en Botsuana y en las Islas Palau. Y es que para que el resultado del referéndum tenga validez es esencial que haya una participación mínima , de lo contrario unos pocos deciden por todos. Por eso el referéndum de Hungría, sobre las cuotas de refugiados, fue inválido al votar sólo el 44% del censo.

Una mayoría de ciudadanos, como muestra el sondeo de GAD3, está a favor de las consultas ciudadanas, siempre que no permitan la imposición del criterio de una minoría movilizada, que es lo que ha sucedido, precisamente, con el cambio nombre del parque Felipe VI.

Si queremos que las consultas ciudadanas sean útiles para la ciudadanía, y no para la élite, es imprescindible marcar un mínimo de participación para que el resultado sea vinculante y que puedan votar todos. Lo contrario es retroceder cien años en la lucha por el voto universal.

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