El recuerdo a los muertos impone una efímera tregua en la refriega política

El Rey llama a preservar la convivencia y pide «respeto y entendimiento» en el homenaje civil a las víctimas del Covid-19

Homenaje a las víctimas del Covid y reconocimiento a la sociedad, presidido ayer por los Reyes y sus hijas en el patio de la Armería del Palacio Real Maya Balanya

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La tregua apenas duró tres cuartos de hora, pero durante ese tiempo España transmitió una imagen de unidad, insólita en los últimos tiempos . El recuerdo a las decenas de miles de muertos que ha dejado el Covid-19 consiguió unir en el patio de la Armería del Palacio Real a las altas autoridades del Estado, el Gobierno en pleno, los presidentes de las 17 comunidades autónomas —Torra y Urkullu incluidos—, al líder de la oposición, Pablo Casado, y a los representantes de los partidos políticos, excepto Vox, Bildu, ERC, BNG y las CUP, que se autoexcluyeron. También estaban los expresidentes del Gobierno José María Aznar, José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy (Felipe González se excusó). Todos ellos acudieron ayer al homenaje civil que presidió la Familia Real y en el que el Rey llamó a preservar la convivencia y reclamó «respeto y entendimiento» para afrontar las dificultades.

Seis años sin un acto similar

La última vez que España ofreció una imagen de unidad semejante fue hace más de seis años, durante la proclamación del Rey, en 2014. Desde entonces, la refriega política ha ido subiendo de tono y los líderes solo aparcaron sus diferencias ayer para llorar juntos a los muertos de la mayor tragedia de la democracia . La situación es tan tensa que hasta la cifra de fallecidos —28.400, según el Gobierno, y 47.000, según el Instituto Nacional de Estadística— es motivo de enfrentamiento.

El homenaje de ayer consistió en un breve acto de Estado civil, convocado por el Gobierno diez días después del funeral organizado por la Conferencia Episcopal en la catedral de La Almudena. Ambas ceremonias fueron presididas por los Reyes, la Princesa de Asturias y la Infanta Sofía.

Las ausencias en ambos actos también fueron recíprocas: Pedro Sánchez y Pablo Iglesias no asistieron a la misa y enviaron a la vicepresidenta, Carmen Calvo, en representación del Gobierno . Y ayer el presidente de la Conferencia Episcopal, cardenal Omella, tampoco asistió al acto civil y envió al secretario general, Luis Argüello, y al arzobispo de Madrid, cardenal Osoro.

Las Reyes llegaron al Palacio minutos antes del inicio de la ceremonia para saludar a las autoridades invitadas y, en ese momento, se izó el guión carmesí de Don Felipe en la fachada del edificio. El presidente del Gobierno volvió a situarse junto a la Familia Real, como hizo en su primera Fiesta Nacional, y avanzó con ella durante el saludo como si fuera un miembro más, motivo por el que recibió críticas en las redes sociales.

Ante la imposibilidad de estrechar la mano, los invitados españoles —Torra, incluido— saludaron con la cabeza al Re y , y los representantes internacionales (Comisión Europea, Consejo Europeo, OTAN, OMS y OMT), que iban de luto, se llevaron la mano al pecho y se inclinaron hacia delante.

La ceremonia empezó con el Himno Nacional, que interpretó la Orquesta de RTVE cuando accedió la Familia Real. En el patio de la Armería ya se encontraban los alrededor de 400 invitados, sentados en blancas sillas de plástico, colocadas en círculo alrededor de un pebetero que empezó a arder en recuerdo de los fallecidos.

Entre los invitados, familiares de fallecidos, enfermos recuperados —cada comunidad autónoma envió a cuatro—, profesionales que lucharon contra la pandemia y empresas que ayudaron a combatirla. También, representantes de las distintas confesiones religiosas.

En la ceremonia solo hubo tres intervenciones , y el primero que tomó la palabra fue el hermano del periodista José María Calleja , fallecido por Covid. «Creo que mi dolor se parece al dolor de todos y cada uno de los familiares de las víctimas», afirmó Hernando Fernández Calleja. «No vamos a olvidar a ninguno de los que perdieron la vida en este doloroso momento de nuestra historia». «Hoy, simbólicamente, nos despedimos de madres, padres, hijos, hermanos, amigos. Tomamos sus manos, acariciamos sus mejillas, besamos su frente, registramos en el corazón su mirada. Descansen en paz y queden en la memoria de todos, en la memoria de España».

Después, una enfermera del Hospital Valle de Hebrón, de Barcelona, Aroa López, relató la dura experiencia de los profesionales que ayudaron a combatir la pandemia: «Ojalá nada de esto hubiera ocurrido», manifestó. «Hemos dado todo lo que teníamos» , añadió antes de recordar que «muchos compañeros tuvieron que dar su propia vida» para salvar otras.

«Hemos sido mensajeros del último adiós para personas mayores que morían solas, escuchando la voz de sus hijos a través de un teléfono. Hemos hecho videollamadas, hemos dado la mano, y nos hemos tenido que tragar las lágrimas cuando alguien nos decía: “No me dejes morir solo”», relató la enfermera, quien agradeció «aquellos aplausos que nos dedicaba la ciudadanía».

La ceremonia siguió con una ofrenda, que abrieron el Rey y la Princesa de Asturias, al depositar dos rosas blancas junto al pebetero y les siguieron el resto de invitados, autoridades y representantes de la sociedad civil.

Fue entonces cuando el Rey tomó la palabra y recordó que «hemos contraído una obligación moral y un deber cívico». La obligación moral de «reconocer, respetar y recordar siempre la dignidad de los fallecidos y especialmente el espíritu de esa generación admirable de españoles (en referencia a los mayores)». Y el deber cívico de «preservar e impulsar los mejores valores que fundamentan nuestra convivencia».

Además, pidió «respeto y entendimiento» para afrontar el futuro. Don Felipe también dijo que «este acto no puede reparar el dolor de muchas familias» que no pudieron despedir a sus seres queridos, pero aseguró que «no están solos en su dolor; es un dolor que compartimos» .

Tras el discurso del Rey, el actor José Sacristán leyó el poema «Silencio» de Octavio Paz, se guardó un minuto de silencio y finalizó la primera ceremonia de Estado civil de la democracia.

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