EDITORIAL ABC
Rajoy quiere entenderse con todos
Frente al empuje del populismo radical, la receta que sigue proponiendo el presidente al PSOE y Ciudadanos se basa en la moderación, la responsabilidad y la cesión
El presidente del Gobierno acudió ayer al Foro ABC para poner en valor la voluntad política de consenso y de acuerdos imprescindibles entre los partidos en la nueva etapa abierta en España tras la parálisis y el bloqueo sufridos en 2016. Mariano Rajoy acertó al pedir a los españoles que extraigamos lecciones del más convulso e incierto periodo vivido en nuestra democracia para evitar que en el futuro se reproduzca un "sarampión" de vetos políticos, cordones sanitarios y chantajes del populismo extremista o del soberanismo independentista. Es indudable, como sostuvo el presidente del Gobierno, que superada la etapa de las mayorías absolutas, el diálogo y la "mano tendida" son "imperativos" políticos irrenunciables porque la política "no puede basarse en un enfrentamiento eterno y estéril", sino en la capacidad de hacer concesiones para alcanzar acuerdos. Desde esta perspectiva, el mensaje enviado por Rajoy al PSOE y al PNV para tratar de pactar los Presupuestos Generales del Estado no debería caer en saco roto , ya que ello abocaría al error de generar incertidumbre en los mercados y descrédito político en el ámbito internacional.
Frente al empuje del populismo radical de la izquierda antisistema y de los nacionalismos que pretenden la liquidación de la soberanía nacional, la receta que sigue proponiendo Rajoy se basa en la moderación, la responsabilidad y la cesión. Los pactos, en definitiva. Es evidente que en España no cabe otra alternativa si se trata de evitar errores como los cometidos por los británicos con el Brexit, o de dar alas a radicalismos con discursos demagógicos, ultramontanos o incluso xenófobos. La manera en que España ha resuelto su más severa crisis política en décadas está siendo modélica , si se atiende por ejemplo a la respuesta dada por los norteamericanos a los fracasos de Barack Obama, o si se contempla el auge de la ultraderecha en numerosos países europeos. El propósito de Rajoy de no convocar elecciones hasta dentro de cuatro años es firme, y salvo catástrofe en el PSOE o que el chantaje del PNV con los presupuestos sea inasumible, no peligra la nueva etapa de estabilidad. Su objetivo de alcanzar los 20 millones de empleados, y de mantener una tasa de crecimiento razonable con el déficit contenido, son irrenunciables. Lo mismo ocurre con su idea de buscar una solución dialogada con la Generalitat para que desista de su desafío separatista, porque en ningún caso podrán pervertirse el espíritu ni la letra de la Constitución. Cosa distinta es que el independentismo fuerce al Estado a actuar con todas las herramientas de la ley, todas, para impedirlo. Y en eso, Rajoy sigue sin apartarse un ápice de su discurso de proteger a toda costa la unidad nacional.