20 años del asesinato del matrimonio Jiménez-Becerril
«Quisieron poner de rodillas a dos inocentes y solo consiguieron levantarnos a todos»
El 30 de enero de 1998 ETA mató al concejal del PP y a su mujer en el centro de Sevilla
«Han matado a Alberto y a Ascen». Luis Miguel Martín Rubio, concejal de Seguridad de Sevilla, fue el único miembro de la corporación municipal de la capital hispalense que vio los cadáveres de su compañero, Alberto Jiménez-Becerril , primer teniente de alcalde, y de su esposa, Ascensión García Ortiz , el 30 de enero de 1998. Dos pistoleros de ETA, José Luis Barrios y Mikel Azurmendi, les habían disparado en la cabeza en la Calle Don Remondo, en pleno centro de Sevilla.
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El joven matrimonio -ambos tenían 37 años- había salido, como cada jueves, a pasar una noche festiva cuando, a su vuelta, fueron tiroteados por la espalda por los dos asesinos. Sus tres hijos, de nueve, seis y tres años, se habían quedado en casa a cargo de una cuidadora. Martín Rubio fue alertado del trágico suceso antes de las dos de la madrugada, una hora después de que hubiera tenido lugar. Él fue el encargado de avisar a la entonces alcaldesa de la ciudad, Soledad Becerril , que se echó a llorar tras oír la noticia.
Un «plan B»
Veinte años después de uno de los asesinatos de ETA que tuvo más impacto social -mañana será el aniversario-, el Ministerio del Interior difundió ayer un vídeo para recordar tanto al matrimonio sevillano asesinado como a todas las víctimas del terrorismo. Bajo el título «Memoria, dignidad, justicia y verdad», se muestra la calle donde Jiménez-Becerril y García Ortiz fueron asesinados. Teresa Jiménez-Becerril, hermana del concejal sevillano, se encarga de la locución del mismo. Su voz recuerda que los etarras «quisieron matar sus ideas y resucitaron nuestros valores; quisieron poner de rodillas a dos inocentes y solo consiguieron levantarnos a todos», mientras se muestran imágenes de la masiva respuesta ciudadana ante este crimen y contra la banda terrorista.
El asesinato del matrimonio había sido una especie de «plan B» de Barrios y Azurmendi. Su objetivo principal era Soledad Becerril, pero debido a las fuertes medidas de seguridad que rodeaban a la alcaldesa, los pistoleros desistieron de su objetivo inicial y acabaron por centrarse en el primer teniente de alcalde y su esposa. Tras una breve vigilancia en la zona -de donde la alcaldesa también era vecina- los etarras se dieron cuenta de que sus víctimas paseaban sin escolta, momento en el que decidieron cometer el crimen.
Azurmendi disparó contra el edil, mientras que Barrios hizo lo propio con su mujer, de forma coordinada, para que ninguno de los dos pudiera gritar, evitándose de esta manera que se diera la alerta en el barrio. Tras los disparos, corrieron a refugiarse a su piso franco, en la calle José Languillo, donde aguardaba una tercera persona, Maite Pedrosa, pareja de Azurmendi.
Coche bomba
El objetivo del comando en Sevilla no era solo el de acabar con la vida de Becerril, sino que habían sido enviados a la capital hispalense para perpetrar un atentado con coche bomba, para lo que ya disponían de un automóvil robado en Málaga y cargado con cincuenta kilos de explosivos listos para ser activados, y al que solo le faltaba incorporar un cebador. La rápida intervención de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado , que capturaron al comando unas semanas después del asesinato del matrimonio sevillano, impidió que cumplieran su objetivo. Barrios y Azurmendi fueron condenados en junio de 1999 a 60 años de cárcel como los autores materiales del asesinato, mientras que Pedrosa fue sentenciada a 12 años por encubrimiento. En noviembre de 2013 la Audiencia Nacional condenó a 56 años de prisión al cabecilla de ETA José Javier Arizcuren Ruiz, «Kantauri», por ordenar el doble crimen.