ERC quiere investir a Junqueras aunque permanezca en la cárcel
Formalmente, Esquerra esperará a que Puigdemont explique si va a volver, y cuando efectivamente confiese que no va a hacerlo, propondrán a Junqueras como siguiente candidato en la línea de la «legitimidad»
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Esquerra ha decidido que Junqueras será su candidato a la presidencia de la Generalitat aunque no salga de la cárcel. Si Puigdemont no vuelve -y todo parece indicar que no volverá, pese a sus ocurrencias del barco, los republicanos argumentarán que la línea de la «legitimidad» previa al 155 va a parar a Junqueras si el expresidente no cumple con su promesa de regresar a España para ser investido. El Parlament no permite que el president sea investido a distancia, pero la Ley permite al presidenciable -si no pesa condena firme en su contra- salir de prisión para ser investido y volver inmediatamente a ingresar. Desde el punto de vista simbólico -y ésta va a ser una legislatura fundamentalmente simbólica, por la cuenta que a los independentistas les trae- es muy potente tener a todo un presidente de la Generalitat encarcelado; y desde el punto de vista de la guerra partidista en el seno del independentismo, Esquerra pone a Puigdemont y a Junts per Cataluña ante su propia mentira y les devuelve su trampa.
Es el plan B de ERC al que aludía el miércoles Gabriel Rufián, sólo que lo del plan B es un eufemismo porque siempre ha sido el plan A de los republicanos, que están convencidos de que Puigdemont y su plataforma son un fraude, que mintieron a los catalanes con una promesa que ya de entrada sabían que no iban a cumplir, y a los que ahora no van a permitir que les den el cambiazo.
Formalmente, Esquerra esperará a que Puigdemont explique si va a volver, y cuando efectivamente confiese que no va a hacerlo, propondrán a Junqueras como siguiente candidato en la línea de la «legitimidad» y recordarán que mientras el exalcalde de Gerona huyó cuando las cosas se pusieron feas, Junqueras permaneció para dar la cara por los catalanes, y muy especialmente por los que se jugaron el tipo en el referendo ilegal del primero de octubre.
Con tal estrategia, Esquerra no aparece ante la opinión pública como la que quiere romperlo todo si no le dan la presidencia, sino como el partido que respetando el resultado electoral le cedió la presidencia a los convergentes, y estos, al no querer como siempre pagar el precio que las cosas cuestan, la despreciaron dejando claro que habían estafado a los catalanes. Y sólo entonces, Junqueras, desde la cárcel -porque él sí fue a la cárcel, no como el turista belga, optará a la presidencia para no dejar solos a los más de dos millones de catalanes que votaron «independencia».
A partir de ahí, será en todo caso Puigdemont, el PDECat o Junts per Cataluña quienes tengan que explicar por qué no cumplen con su promesa de regresar, si cuando la hicieron ya sabían que, de regresar a España, iban a encarcelarle; y también tendrán que explicar por qué, después de haber mentido tan aparatosamente, se niegan a votar la investidura del exvicepresidente encarcelado.
Puigdemont y JpC serán víctimas de su propio engaño y la única elección que realmente les queda está entre volver e ir a la cárcel o que dentro de dos meses se hable ya de ellos, y para siempre, en pasado.