Puigdemont elige a Quim Torra como hombre de paja para seguir fiel al 1-O
El expresidente se resiste a desaparecer y designa a uno de sus fieles, independentista radical, para una etapa de «provisionalidad»
Un presidente tutelado para una etapa de «provisionalidad». El expresidente de la Generalitat Carles Puigdemont anunció ayer que el diputado independiente de Junts per Cataluña Quim Torra (Blanes, 1962) será su sucesor al frente de la institución, un nuevo Govern que, según anunció desde Berlín el presidente fugado , debe «mantenerse fiel al mandato» del referéndum ilegal del 1 de octubre.
Independentista sin matices, activista del soberanismo y una persona fiel por completo fiel a Puigdemont, Torra podría ser elegido el próximo miércoles, dando por cerrada la etapa de «impasse» que se abrió tras las elecciones autonómicas del 21 de diciembre. Una vez el Tribunal Constitucional suspendió el jueves la reforma de la ley de Presidencia con la que el soberanismo trató de forzar una imposible investidura de Puigdemont , fue el mismo expresidente quien, tras reunirse con la dirección del PDECat en Berlín -un leve gesto de deferencia con el que aún es su partido-, comunicó su decisión mediante un video en «youtube».
Con la designación de un candidato sin cuentas abiertas con la justicia, y sin que el PDECat o ERC hayan puesto objeción alguna -la consigna era «Puigdemont o lo que diga Puigdemont»-, Torra será elegido con probabilidad el próximo miércoles en segunda votación en el Parlamento catalán gracias a los votos de ambos grupos y la abstención de la CUP. T orra es el cuarto candidato propuesto tras los intentos frustrados de Puigdemont, Jordi Sánchez y Jordi Turull.
Con la voluntad de los partidos independentistas secuestrada por el empecinamiento del expresidente fugado en no desaparecer políticamente, la teórica y aparente normalización de la vida política que debería abrirse paso se resiste. Así lo manifestaron Puigdemont y el propio Torra, quien tras ser señalado como sucesor dejó claro en las redes sociales con qué espíritu asume el cargo, agradeciendo la designación a un Puigdemont al que calificó de «presidente legítimo de Cataluña». Torra asume su condición de hombre de paja.
Tutelaje
Como dejó claro ayer, el expresidente se resiste a pasar a un segundo plano, y tanto la escenificación con que ungió a Torra como el contendido de su discurso transmitieron el mensaje de que el expresidente quiere seguir ejerciendo un papel de tutela, dando consignas ya de inicio de cuál debe ser la prioridad de un nuevo ejecutivo para una etapa que dijo va a ser de «provisionalidad».
De inicio, y con toda solemnidad, Puigdemont señaló que Torra y el gobierno que forme deben ser «fieles» al mandato de la consulta del 1 de octubre. El expresidente en cambio no aludió a la declaración unilateral del 27 de ese mismo mes. Puigdemont puso más deberes a Torra : «Tenemos de entrada el deber de restaurar los efectos nocivos del 155 y aplicar un verdadero plan de choque que ponga al día y permita recuperar políticas, personas e inversiones injustamente suspendidas, cesadas o congeladas».
Como se anticipaba, Puigdemont ha escogido en función del grado de tutela que pueda ejercer sobre su sucesor, subrayando en cualquier caso su carácter «provisional» y rebajando la dignidad institucional que el cargo merece, haciéndole ir previsiblemente a Berlín en los próximos días a recibir su bendición y nuevas consignas.
En base al acuerdo que firmaron JpC y ERC , y en paralelo al funcionamiento de un Govern efectivo y legal en Cataluña, se intentará articular lo que se definió en su momento como «espacio libre de Bruselas» (ahora de momento de Berlín), una suerte de Generalitat de «cartón piedra» en el exilio financiada con fondos privados con la que Puigdemont intentará no desaparecer.
Consejo de la República
No hay duda de que la realidad política acabará arrinconando al expresidente, la pregunta es cuántas semanas o meses se tardará para que ello suceda. Por lo pronto, Puigdemont recordó la pretensión de crear un «Consejo para la República», que él mismo presidirá, con el objetivo de seguir avanzando hacia la construcción de un nuevo estado. La política catalana discurrirá pues a partir de ahora en dos planes paralelos. En plaza Sant Jaume se constituirá un Govern efectivo mientras que en Berlín, o en Bruselas, Puigdemont seguirá presidiendo su república imaginaria.
Para los partidos de la oposición, la designación de Torra significa no avanzar y seguir instalados en la confrontación y el bloqueo. «Más de lo mismo», sentenció Inés Arrimadas (Cs). «Salimos del fuego y caemos en las brasas», apuntó García Albiol (PP). Por su parte, la Assemblea Nacional Catalana señaló que elegir a Puigdemont es el «acto de soberanía del Parlament que restituye el Govern legítimo», por lo que «investir otro president sería un error». Con todo, cerró filas con Torra y dejó claro que estará «a su lado».
Una vez se conoce el nombre del futuro presidente, en breve se conocerá la composición del ejecutivo, que se repartirán, casi al 50% JpC y ERC. En el mismo se da por descontado que Elsa Artadi, portavoz de JpC y uno de los nombres que Puigdemont barajó como presidenciable, tendrá un papel importante, probablemente como consejera de Presidencia. Por parte de los republicanos, el hombre fuerte será Pere Aragonés, que asumiría las funciones de vicepresidente y responsable de Economía, y verá consolidado su papel como persona con más peso en ERC al estar Oriol Junqueras en presidio y Marta Rovira fugada. Las diputadas Capella y Jordà, asumirán Justicia y Agricultura, repectivamente.
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